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Opinión

EDITORIAL ANUARIO 2013

22 de Diciembre, 2013
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AGENCIA DE NOTICIAS FIDES
Al concluir una etapa, un periodo, un año, es bueno hacer una sencilla pero profunda valoración de lo que en ese tiempo hemos aprendido  y así podamos lanzarnos al futuro, confiados en que los errores nos enseñaron grandes lecciones y los aciertos son guías orientadoras de nuestros pasos.

El 2013, para la Agencia de Noticias Fides (ANF), está signado como un año de importantes transiciones. Hemos celebrado en agosto pasado los 50 años de la primera agencia de noticias del país, propiedad de la Compañía de Jesús en Bolivia; lo cual nos lleva a expresar nuestra gratitud al Dios de la Vida por lo que ha ido inspirando a lo largo de estos años en tantas personas que han sido y son el alma de la ANF.

La memoria del corazón también nos invita a expresar la gratitud a los artífices directos de esta gran obra: al P. José Gramunt de Moragas, SI (fundador y primer director), a los y las periodistas que día a día mantuvieron informado al país y al personal administrativo que se sacrificó para hacer sostenible esta empresa. La ANF es fruto de estos rostros, vidas e historias que aunadas para formar un cuerpo, una familia, han hecho posible esta obra de servicio al pueblo  boliviano.

La gratitud nos compromete a seguir los senderos que se abrieron e incursionar en nuevos desafíos presentes en nuestra realidad. La veracidad, credibilidad y prestigio que a lo largo de estos 50 años consiguió la ANF son la garantía del trabajo serio y responsable que continuaremos realizando.

Este año se cerró un ciclo y se inaugura otro, pero se mantienen incólumes los principios orientadores de toda misión de una obra de los jesuitas: el servicio a la Fe y la promoción de la Justicia, una misión de reconciliación y diálogo, en la cual los sujetos que jalonan nuestro apasionamiento por Jesucristo y su proyecto de Humanidad y Creación Nuevas son los pobres de la tierra, los marginados, los excluidos, los que no son noticia para los poderosos. A ellos y ellas nos debemos como exigencia del Evangelio, para ellos y ellas debe ser nuestro servicio.

Nuestra contribución puede ser limitada, a veces poco efectiva, pero eso jamás puede ser excusa para dejar el empeño en construir una sociedad democrática, justa, equitativa y solidaria. Problemáticas como la violencia contra la mujer y los niños, la trata y tráfico de personas, la corrupción en distintos niveles, la pobreza y sus causas son realidades que claman por una solución efectiva, cualquier silencio ante éstas es complicidad. No sólo lo negativo, sino también lo positivo debe ser comunicado, las mejoras en las condiciones de vida para algunas personas, los logros en ámbitos deportivos, científicos, sociales, la aplicación de leyes que beneficien a los más necesitados, el esfuerzo por el crecimiento económico y determinadas políticas sociales. Todo hace parte de nuestra realidad boliviana.

El ejemplo, con acciones más que con discursos, de Mandela y el Papa Francisco, es elocuente e inspirador para quienes deseamos comprometernos con una real transformación del país. Nuevamente lo afirmamos, los cambios verdaderos surgen del reverso de la historia, desde abajo, no desde las cumbres del poder que olvida su origen y fundamento. Jesús de Nazaret es la encarnación de esa realidad.

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