
La semana pasada hemos tenido un capitulo interesante y bastante completo en esta especie de telenovela que es a veces la vida pública boliviana. Todo comenzó con la denuncia de un padre de familia que se enteró que la maestra de Biología de su hijo hubiera pedido a sus estudiantes que llevaran una muestra de semen en un preservativo.
La solicitud es por demás suigéneris, y algo que difícilmente alguien puede considerar como una buena práctica didáctica. La profesora en cuestión se equivocó de cabo a rabo, en primer lugar, porque realmente no es necesario manipular los fluidos íntimos en una forma pública, eso debido además a que hay ciertos tabúes y ciertos pudores que deben ser respetados.
El problema con esta acción de la maestra es que esta entra en un espacio donde se fuerza la intimidad de las personas, y eso puede en otras circunstancias ser una antesala de situaciones inadmisibles. De hecho, si se hubiera tratado de un profesor, es posible que la reacción inicial hubiera sido mucho más dura, y que la empatía posterior no se hubiera dado.
NO se crea que estoy abogando por un castigo penal a la profesora, todo lo contrario, el que se le hubiese iniciado un proceso penal de buenas a primeras ha sido un abuso extremo, y que pudo haber salido muy mal. Aclaremos, más allá de lo estrambótico del método pedagógico de la docente, ella no causo daño a nadie, y no porque fuera denunciada oportunamente, sino porque simplemente el corolario de ese pedido, era absolutamente inocente y no podía llevar a ninguna situación de ningún tipo de riesgo o abuso a ninguno de los alumnos.
Esta historia que fue digna de titulares y la comidilla generalizada, nos deja alguna experiencia, primero que hay maestros queridos y respetados, a pesar de que alguna vez metan la pata, segundo que tenemos un serio problema con la judicialización de la vida. El hecho de llevar lo antes posible cualquier asunto a tribunales, y ante todo a tribunales penales, con la consiguiente inmoral e injusta “detención preventiva” afición y tentación de la mayoría de los jueces, nos ha convertido paradójicamente en una sociedad tremendamente injusta, absurdamente injusta, podríamos decir.
Creo que en este caso es importante analizar, qué llevó a quienes lo hicieron, a hacer una denuncia penal, y qué hizo que la Fiscalía inmediatamente quisiera acusar a la profesora de currupción de menores. ¿fue una iniciativa del padre de familia, que estaba espantado más allá de lo razonable del curioso pedido?, ¿o fue un abogado o un consejero espiritual el que lo llevó a ese extremo?
La historia del semen en el aula termino en un final feliz, la profesora descubrió que la gente del pueblo donde ella trabaja la quiere y la respeta, ella a su vez se disculpó, y el denunciante retiró su denuncia.
En el interín todo el mundo habló del asunto, y es posible que de alguna manera el tema de la masturbación de los adolescentes haya terminado siendo normalizado, algo que de seguro ya lo está en buena parte de la población, pero que posiblemente no es así en los pliegues ultramontanos de nuestra sociedad.
Ahora bien, una mejor educación sexual es un tema pendiente en nuestro país, aunque en realidad lo importante sea decir que necesitamos una mejor educación en general. Por lo demás, es posible que un maestro o una maestra estén en una situación más favorable para hablar de sexo con un joven o una joven que los mismos padres de este. La ecuación es tremendamente difícil, una educación sexual tiene obviamente una carga ideológica, y puede implicar unremesón a una de las columnas de la cultura occidental, vale decir cristiana, (que para ordenar el mundo, se dedicó a estrangular la sexualidad de las personas). El desafío es muy complejo, y en el camino alguien puede estar pidiendo a sus los alumnos que lleven semen al aula.
Agustín Echalar es operador de turismo