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Opinión

De la (in)justicia Masista

27 de Agosto, 2019
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AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ
Esta semana, en medio de esta humareda que cubre buena parte del corazón de nuestro triste continente, y que no solo enturbia el aire, sino también  nuestro discernimiento, en nuestra hoyada, en el entrañable vallecito de Chuquiago, ha tenido lugar una escena más turbia que el agua que se encuentra en los lugares del incendio, de hecho, más turbia que las aguas de nuestro otrora aurífero rio.

Me refiero a la detención domiciliaria, (con permiso para ir a trabajar), del alcade Luis Revilla, en relación al juicio que se le ha iniciado por lo sucedido con el relleno sanitario de Alpacoma. La medida es un exceso en cualquier sentido, más allá de que estoy seguro que al burgomaestre, que no tiene las mismas características de don Evo, que ni siquiera se dignó a conocer al supuesto niño que había engendrado, el estar obligado a estar en su casa con su guapa esposa y su pequeña hijita, hasta puede parecerle premio, pero aclaremos, cualquier privación de libertad es una violencia contra una persona, y subrayemos lo obvio, una persona es inocente mientras no se pruebe lo contrario. 

Lo que han hecho los jueces es imponer un castigo ilegal, que es una forma de amedrentamiento a un actor político opuesto a este régimen que cada día más se va transformando en una dictadura. 

El arresto domiciliario del alcalde ilustra de una manera contundente cuan degenerado está el sistema judicial en Bolivia, y eso es una mácula inmensa en el historial del partido que nos ha estado gobernando, a partir de triquiñuelas fujimorescas, desde hace casi tres lustros. En realidad lo sucedido a Revilla es un buen ejemplo de porqué Morales y el MAS no deben ser reelegidos, y en ese sentido, no importa quién sustituirá al actual partido de gobierno, lo que importa es que los que detentan el poder hoy, ya no estén mañana.

Este hecho lleva a reflexionar sobre otros detalles que hacen a demagogias y a la vida política de los últimos tiempos. Estoy convencido que la forma legal que convertía en casos de corte aquellos en los que estaban involucrados los más altos funcionarios,  un alcalde por ejemplo, era algo muy importante, precisamente porque no habiendo eso, existe la tentación de  los otros, y de los peores, de defenestrar a las autoridades legítimas a partir de mil y/o un juicio(s). Cuando esa norma fue dejada de lado, algunos pensaron que se estaba avanzando en la lucha contra la impunidad, pero en realidad se estaba desmejorando el sistema democrático del país, abriéndole una grieta enorme.

Si sumamos a una legislación imperfecta, un grupo de jueces corruptos, y un poder ejecutivo angurriento e inmoral, tenemos lo que está sucediendo en estos momentos. 

A los ciudadanos la situación del Alcalde  nos tiene que preocupar, no solo por la injusticia intrínseca que este hecho implica, sino porque es una advertencia de lo que puede pasarle a cualquiera si se interpone en los planes, kosher, o no, de los peces gordos, o de los peces pequeños del poder, no olvidemos el caso de Jiehry Fernández, aclaremos, con una justicia tan degradada, armada y moldeada al gusto del poderoso de turno, nadie está a salvo, pueden utilizarse las más atroces artimañas, los documentos más ilegítimos, para hacer la voluntad de los poderosos.

Me pregunto también si el alcalde no está reflexionando sobre la alianza pasada del partido al que perteneció, y ese proyecto que debió haber causado desconfianza desde un principio.  No deja de molestarme enormemente el que tantos hubieran apostado por una propuesta que en realidad nunca engaño, aunque paradójicamente hubiera hecho de la impostura su mayor característica. Como lo demuestra esta semana la realidad chiquitana, ¿cómo fue que tantos no se dieron cuenta de la vocación autoritaria de Evo y los suyos?

Esperemos que esta situación ayude, en su carácter bumeranesco, a aclarar al electorado sobre lo que verdaderamente se está jugando en las elecciones de octubre. 

Agustín Echalar es operador de turismo

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