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Opinión

De cultura y gastos (que a veces son) absurdos

7 de Junio, 2020
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AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ

La reestructuración del poder ejecutivo, que ha implicado la desaparición del Ministerio de Cultura(s) y Turismo, ha dejado a más de uno estupefacto. A primera vista es una medida completamente impopular, y estoy seguro que le costará a la candidata Añez unos cuantos puntos en las próximas elecciones. Y es que ha sido vista por muchos de los actores de importantes sectores de la actividad cultural, como una agresión, para algunos, casi como un ataque personal.

Las redes sociales están llenas de publicaciones de artistas que dicen, airados, que ellos no son un gasto absurdo, haciendo alusión a una frase proferida por la primera mandataria a la hora de anunciar los cambios en el poder ejecutivo. ( aunque para ser honestos, no en relación a los artistas).

¿Es la cultura o el arte un gasto absurdo? Por supuesto que no. ¿Se pueden hacer gastos absurdos en nombre de la cultura o del arte? Por supuesto que si, y peor aún en situaciones especiales como la emergencia actual.

En circunstancias normales, los productos artísticos y literarios son imprescindibles para la vida de las personas, en situaciones de excepción, pueden convertirse en  “gastos absurdos”,  tanto en la vida de los individuos, como en la de los países. Si uno está desempleado definitivamente  no debería comprar libros, o cuadros, o trajes para participar en una entrada folklórica, o asistir a espectáculos caros, eso no haría sentido. Hacerlo sería en ese momento, un “gasto absurdo”, mientras que en circunstancias normales, con ingresos garantizados, es obvio que no solo no sería una mala idea, sino una erogación que podría traer inmenso placer, y eventualmente cambiarle a uno la vida.

Es por eso, que no me ha escandalizado el término usado por la presidenta, aunque como todo expresión (no solo de un político) esta puede ser tomada al gusto del receptor.

El ministerio de cultura(s) parece ser que era una aspiración de mucha gente del mundo artístico, y su cierre está causando luto, pero hay que reconocer que fue un proyecto fallido, tanto por lo que se hizo, como por lo que se dejó de hacer. Me refiero por ejemplo al horroroso gasto del Dakar, que no trajo ningún beneficio al país, o al museo de Orinoca, que es un” gasto absurdo” en todo el sentido de la palabra y desde cualquier punto de vista.  Y me refiero también a dos grandes proyectos culturales que tuvo el gobierno anterior, el primero,  la Biblioteca del Bicentenario, totalmente alejada de la cartera de Cultura(s), y el PIU, que más allá de su retrogusto proselitista, significó un gran aporte al cine boliviano, y a muchos otros segmentos, pero que tampoco fue manejado por el desaparecido y mancillado ministerio.

Creo que cuando la crisis del covid-19 y sus secuelas económicas pasen, un ministerio de cultura, puede ser de gran utilidad, claro que para eso se necesita una voluntad política que no la está demostrando la actual administración y que tampoco la tenía la anterior.  Estando a un paso de las elecciones de septiembre, ya sabemos cual candidato es más proclive a entender el mundo de la cultura, o la cultura como algo imprescindible en la vida. Interesante favor que se le ha hecho a esa candidatura desde el ejecutivo.

Mientras tanto, en medio de la pandemia, creo que es importante concentrarse en lo primordial, y en lo que pueda significar un real combate a los estragos que esta está causando. Creo que es tiempo de una pausa tanto para el turismo como para la cultura como productores de empleos o de réditos económicos.  No será por mucho tiempo, pero hoy toca tener paciencia. 

Agustín Echalar es operador de turismo

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