
A un año de la crisis de 2019, vemos un país mucho más polarizado; la clase política después de tantas confrontaciones no pudo iniciar un proceso de unificación. En un contexto crítico se dieron las elecciones, con un resultado que no debería sorprendernos por la estructura sólida que todavía tiene el Movimiento Al Socialismo (MAS). La oposición al MAS, con su discurso y propuesta limitada, no pudo ni siquiera llegar a segunda vuelta, porque es impensable hacerlo sin abarcar las zonas rurales. Pues Bolivia tiene raíces fuertemente indígenas y es imposible hacer un proyecto nacional que no tome voz desde estos sectores. Y es lo que no hicieron los demás frentes políticos.
En octubre de 1982 se celebró la recuperación de la democracia boliviana porque habíamos salido de un proceso dictatorial. En 2019, después de la renuncia del exmandatario Morales, se implantó nuevamente un discurso en el que primaba la celebración de la recuperación de la democracia. Algo más se añadió, una confrontación que, lejos de aspirar a una reconciliación, se enfocó simplemente en legitimarse en el poder, lo que empeoró la situación.
En los recientes comicios, el MAS obtiene un porcentaje que le permite ganar en primera vuelta. Las primeras reacciones son las manifestaciones enfocadas en la celebración de la recuperación de la democracia. Con esto pareciera que hay más de una democracia en Bolivia. Ahí se me vienen a la mente tres grupos: Los pititas, quienes celebraron la recuperación de ésta el año pasado, siguiendo un discurso desgastado de confrontación, y que, posteriormente, se fueron separando en diferentes frentes políticos. Por otro lado los “masistas”, quienes celebran la recuperación de la democracia de este año, quienes también tienen un antecedente que ha fomentado la polarización boliviana, pero en este último tiempo mostrándose víctimas ante lo ocurrido. Por último están quienes no sienten representación en estos dos grupos. Con esto podemos cerciorarnos que vivimos en medio de un déjà vu político, las crisis nos acompañan en toda nuestra historia, sin poder consolidar el sistema político.
Esta división es fomentada por la clase política, teniendo una lectura limitada de la realidad boliviana. Es por ello que carecemos de un proyecto nacional que pueda articular nuestras demandas, pues sólo predominan los intereses individuales y/o sectoriales.
Tenemos la opción de buscar culpables otra vez, lo que nos llevará nuevamente al lamento y confrontación, ese es el camino más fácil que no nos traerá resultados. Es necesario ver alternativas desde la ciudadanía que nos permitan salir de este déjà vu, pues hemos evidenciado que desde la clase política es difícil optar por una reconciliación entre la población boliviana, pero desde la sociedad es posible cambiar el rumbo.
Como bolivianos y bolivianas podemos optar por empezar a escuchar las diferentes posturas y dejar de pensar que hay una verdad absoluta. En Bolivia la realidad es la pluralidad de pensamiento y la diversidad, no somos una sociedad homogénea. Es momento de dejar de reproducir el discurso de la clase política que sólo nos confronta.
Estamos al inicio de un nuevo ciclo, el mismo depende del compromiso que tengamos con la consolidación de la única democracia boliviana. Para ello debemos comprender que es legítima la pluralidad de pensamiento: está bien ser del occidente o del oriente, está bien ser diferente, porque nuestra Bolivia es diversa.
La democracia no es sólo acudir a las urnas, ésta implica tener una participación activa, haciendo control de la agenda política de forma permanente. Debemos fomentar espacios de diálogo e intercambio con base en las diferentes realidades, recuperar el significado de la política; ser actores de cambio para poder armar una agenda común, dejar de lamentarnos y de buscar sólo culpables, porque el futuro de nuestro país está en el compromiso ciudadano. Sólo así podremos celebrar no una recuperación, sino una consolidación del sistema político, el cual dependerá de instituciones sólidas que no serán volátiles a ningún partido político.
Evelyn Callapino Guarachi es politóloga, docente universitaria y coordinadora de Mujer de Plata.
Twitter: @EvelynCallapino