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Opinión

Amarres Políticos

18 de Diciembre, 2020
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EVELYN CALLAPINO GUARACHI

Los amarres políticos son bastante comunes en el contexto boliviano. Estos se llevan a cabo en medio de intereses y negociaciones entre sectores principalmente ligados a partidos políticos y organizaciones que tengan arrastre social. Este accionar es un intercambio descarado de votos por “pegas”,  es una repartición de diferentes espacios que sólo benefician a sectores de la población, mas no así el bien común basado en una mirada que pueda abarcar el desarrollo del país. 

A pesar de que la coyuntura nos pide a gritos que avancemos a un fortalecimiento democrático, rumbo a las elecciones subnacionales vemos el mismo accionar. Lo que es una muestra de la debilidad de las instituciones del Estado, porque es evidente su volatilidad a un partido político que sea capaz de aglutinar la mayor masa electoral posible, sin importar cómo. Es por ello que no tenemos un Estado fuerte con la capacidad de regular la vida del conjunto de la población.

En este escenario, los partidos políticos deberían ser los canalizadores de las demandas sociales. Sin embargo, estos se integran no por sus verdaderos roles, sino por una cuestión clientelar; es por esa razón que se encuentran en una crisis política de legitimación que contribuye a la debilidad del sistema democrático. 

Nos encontramos nuevamente en un escenario electoral y la situación es idéntica. Los frentes políticos dentro de este intercambio buscan adquirir ciertas ventajas, como el manejo de secretarías, concejalías o el acceso a puestos de trabajo dentro del orden público en medio de amarres políticos. Por lo cual, es parte de la realidad escuchar frecuentemente “todo es charle”, asumiendo que la meritocracia es algo que muy poco se toma en cuenta en nuestro país. 

Los amarres políticos son un obstáculo para una comprensión de la realidad, son una limitación para el fortalecimiento de la democracia. Es un aspecto que nos aleja de la consolidación de las instituciones, puesto que está fundamentada en intercambios recíprocos de favores entre sectores.

Un aspecto que nos debe llamar la atención es que los frentes políticos en periodo electoral  se esfuerzan más por una estrategia de campaña que pueda aglutinar a más gente, y menos en propuestas estructuradas.

Esto es fomentado también por las y los electores dado que muy poco se exigen propuestas. Los candidatos en general gastan en regalos, algunos platos de comida, panfletos, presentación de grupos musicales en plazas, o en muchos casos para conservar un puesto de trabajo, o instrumentalizando sectores sociales, aspectos que están lejos de una propuesta basada en las necesidades sociales. 

Ante esta realidad, urge una modernización en el Estado boliviano, es necesario romper con estos amarres políticos y que la sociedad deje de ser influenciada por estructuras partidarias que ofrecen cosas demasiado superficiales. Necesitamos gestión pública que implique  políticas en materia de educación, salud, género, empleo, etcétera; es necesario una redistribución de recursos y previo a ello debemos apostar por encaminarnos hacia un fortalecimiento del sistema político. 

Es urgente mejorar la cultura política en Bolivia, para que en un mediano plazo no nos conformemos con cosas tan simples, sino más bien podamos exigir propuestas de desarrollo que estén enfocadas en verdaderas problemáticas estructurales como la pobreza, la educación, la reactivación económica. Sólo así podremos cambiar esta realidad de los amarres políticos que es una muestra de una democracia no consolidada. 

Evelyn Callapino Guarachi es politóloga, docente universitaria y coordinadora de Mujer de Plata.

Twitter: @EvelynCallapino

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