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Opinión

Altoperuanismos a diestra y siniestra

17 de Mayo, 2025
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Estos días, los vaivenes de nuestros políticos —de angas y de mangas— me hicieron recordar el mito del altoperuanismo que nos engendró. 

Recordemos que el 6 de agosto de 1825 las cinco Provincias o Gobernaciones ya libres, autogobernadas e independientes de la Corona, territorios de este lado del Virreinato del Perú —Cochabamba, Charcas (incluyendo el actual Oruro), La Paz, Potosí y Santa Cruz de la Sierra (que así se llamaba entonces la Provincia, junto con los actuales Beni y Pando y todos los territorios que con Melgarejo en 1867, Pando en 1903 y Montes en 1909 perdimos: 590 mil kilómetros cuadrados en suma)— se constituyeron en concilio laico en La Plata en el Estado del Alto Perú porque Bolívar (desde Lima) no quería la ruptura de la dependencia de los antes territorios de la Real Audiencia de Charcas con el Virreinato y sólo el 3 de octubre siguiente nacería la República de Bolivia (nombre vigente aún por el Artículo 11 de CEP de 2009). 

Y, mientras tanto, de pesada herencia nos cargó los falsos mitos de arrogancia, individualismo y pretenciosidad que el común arrogaba a los doctores de leyes de la bicentenaria San Francisco Xavier y de la Real Audiencia y a los poderosos mineros de la plata: esos (dizques) somos los altoperuanos. Aunque no tan falsos quizás si miramos a los pretendidos “salvadores” de la nación.

Ni oficialistas —me refiero al MAS de Arce— ni protooficialistas —los que quieren volver con Evo (desahuciado por el TCP y sin partido conocido) y los que quieren llegar con Andrónico (Andrónico… ¿de cuál sigla se colgará?)— se han podido unir hasta ahora (Arce ha dicho no voy pero sus seguidores han dicho no puedes decir no: de no ir a la reelección, amén de perdida la billetera, dejaría a sus apoyos “colgados” sin poder participar porque es tarde para una prestísima mudanza y de ir, tan huérfano de posibles votantes, nos dejaría incrédulos como indica Huanca en “Es una tragedia”). De la oposición: más de lo mismo y un poco más: De un Bloque de Unidad —desde el inicio (con socarronería pero con pena de lo que avizoraba) lo llamé de Des-Unidad— parieron dos candidaturas enfrentadas; y las lluvias persistentes del último mes hicieron parir otras dos o tres candidaturas inscritas más, al menos (y algunos que se quedaron colgados y otros aún hoy “no destapados”, para recordar el priísmo del siglo pasado).

Se le atribuye al cubano más universal el haber dicho «Nuestro vino es agrio, pero es nuestro vino» (y desde hace 60 años y hasta muchos más ese vino no se ha desagriado) pero acá no podemos decirlo porque los de Concepción en Tarija y Samaipata en Santa Cruz tienen gran “pedigrí”. Entonces, estos sinsabores e incompetencias electorales, más que simples altoperuanismos de arrogancia, individualismo y pretenciosidad tenemos que catalogarlos como cegueras, egoísmos e insensibilidades —aunque preferiría pensar en tristes anacronismos—, una versión boliviana de Io, io, io... e gli altri  (Yo, yo, yo… y los demás): la memorable y galardonada película italiana del siglo pasado… lamentablemente no tenemos acá a la Lollobrigida (que arrastraría mutitudes… masculinas) ni la Mangano (cortante como un escalpelo) ni a Mastroianni (Peppino galán): nuestros galanes (penosamente no hay galanas) no ganan Oscars, aunque sí regresan para nuevos intentos. 

Claro que en las Bolivias enganchadas en los cacicazgos y patriarcados, todo vale y todo puede suceder pero, por ahora, no ha sucedido.

En esos días que me ocupó el (escaso) tiempo libre despedir a Francisco y esperar a León XIV, estuve acumulando lecturas. Ahora algunas las celebro y de otras, me avergüenzan.

De las buenas, “Candidaturas sin alma” desnuda cuán pobres son nuestros partidos que no “viven” más que en elecciones y que como son funcionales a “El Líder” (o “La Lideresa” si hubiera) repiten lo que tal afirma y desaparecen cuando éste (o ésta) desaparece. Basta recordar el MNR o la UCS (la de Fernández el Padre, no el remedo del hijo) o el mismo MAS, a punto de desaparecer devorado por su propio exJefazo y sus hijos (como hongos que devoran madera): Portugal lo avizora y afirma en “¿Sobrevivirá el MAS al fin de su ciclo?”. 

¿Por qué suceden? Primero, porque estos partidos eran —son, casi siempre— no-democráticos en sí, no se renovaron —Toranzo lo describe meridianamente en dos columnas: “García Linera, Andrónico y la renovación en el Chapare” (que da más tema incluso) y “Renovación, algo difícil de comprender”— y al no ser democráticos hacia adentro tampoco permitieron nuevos liderazgos (que también es renovación) ni el ascenso real de mujeres capaces y capacitadas más allá de falsas “paridades” siempre dispares (como fue con MDS); eso lleva a la no-pervivencia de organizaciones, con contadas excepciones. Y a pesar de todo ello, los partidos son necesarios —hoy y acá imprescindibles— en democracia: para la participación, la promoción y la superación de actores políticos; me asombra que un sindicalista —imbuido de un marxismoleninismo stalinista reciclado en indianismo sociata 21— reniegue de su necesidad, aun más cuando fue parte de su existencia (MAS) y beneficiario. No es altoperuanismo: son orejeras de un totalitarismo populista sociata-indianista.

Así vamos en tres meses cortos a elecciones que bien denomina Deheza «la carrera entre crisis y fragmentación» —¿volveríamos para antes de 1825?— y Guzmán Vedia lo etiqueta como “El agujero negro de la oposición”. Unas elecciones con antiguos conocidos (más allá de la edad) y una “renovación” —que Panterra y Claure presentaron como aspiración mayoritaria y que él (entiendo que inadvertidamente) nos hizo confundir con uno de los antes mencionados— que es, en el fondo y en el frente un recicle; coincido con Toranzo como mencioné antes, y también con Nogales (“El espejismo de la renovación”) que bien rememora como «solo un cambio de envoltorio: bajo trajes distintos, se ocultan las mismas prácticas que han socavado nuestra institucionalidad por décadas».

Para cerrar, lo que siento como una vergüenza: Una publicación acusa a la Iglesia Católica boliviana —sólo a ella y, a pesar de esto, no lo considero una publicación de iglesias o denominaciones hermanas sino un recurso gastado de la ojeriza masista de añadas— de “Partido” y de “hacer política” (como tantas veces se la acusó en el dicenio masista) y acusa al episcopado de que «están enojados. Muy enojados. [porque] no consiguieron amarrar a sus [sic] candidatos en un solo bloque capaz de sacar del poder a la izquierda» como si sufriera por no tener pléyade de “obispos amarraguatos” que hicieran campaña por el masismo. Monseñor René Leigue (Arzobispo de Santa Cruz), Monseñor Ricardo Centellas (Arzobispo de Chuquisaca), Monseñor Aurelio Pesoa (Presidente de la Conferencia Episcopal Boliviana, CEB), el Padre Diego José Plá, Secretario General Adjunto de la CEB, e inclusive la CXVI Asamblea de Obispos de Bolivia aparecen como “activistas opositores” cuando denuncian la crisis del país y la necesidad de un cambio profundo (que claramente no pueden hacer los de la tritesta masista, a la espera de devorarse y fagocitar lo que queda del país). En fin: una vergüenza (ya lo dije) de una muy clara guerra sucia.

Los próximos días serán muy interesantes antes de que empiecen los enfangamientos y las cuchilladas traperas. Esperemos no-vedades.

El autor es analista y consultor político