
La semana pasada y con el retraso que implicó lo más duro de la pandemia, se ha iniciado la etapa de presentación de alegatos de los litigantes en el suigéneris juicio en el que esta involucrada la patria, y es que de alguna manera, se trata de aclarar si es también una verdad jurídica, una netamente física, vale decir que el agua corre de arriba hacia abajo, algo que descubren los niños muy temprano, aún antes de entrar al parvulario.
Como nuestra relación con Chile esta contaminada por los sucesos de 1879, y por nuestra propia historia, y por la fijación que hemos tenido con el tema del retorno al mar, casi todo lo que tiene que ver con ese país termina siendo irracional.
La derrota en la Haya respecto a unos supuestos derechos espectaticios que hubiéramos adquirido luego del tratado de 1904, fue un estate quieto de marca mayor, aunque creo que algunos compatriotas ya no son sujetos de aprendizaje. Y hoy por hoy en redes sociales y en artículos de opinión de gente que detesta al MAS, leemos que en la Haya perdimos definitivamente el mar. No señores, en La haya no se perdió un milímetro de costa, ésta ya había sido perdida en el 79 del siglo antepasado. Evo no perdió el mar, lo que hizo fue gastar insulsamente una enorme cantidad de dinero en un juicio que jamás debió tener lugar, (pero al que se adscribieron moros y cristianos).
La historia del Silala es diferente, porque no fue Bolivia la demandante, sino Chile, y a esas alturas el país estaba tan metido en su fanatismo “mariano”. Esta demanda era además una ágil respuesta a una ofensa proferida por el poderoso presidente boliviano, a modo de recordar el 23 de Marzo del 79. Bolivia, en vez de considerar las evidencias, prefirió ir al juicio, sin la menor probabilidad de tener éxito. Para colmo, en este caso, a diferencia del anterior juicio, no habia subjetividad alguna. Ni siquiera en la intención de encontrar una enorme diferencia entre un manantial, y un río, cuando la mayoría de los ríos del mundo tienen su origen en manantiales. En otras palabras, en general, se llama manantial al origen de un rio, (aunque no todos los manantiales terminan convirtiéndose en ríos).
Lo que me ha llamado la atención esta semana, es la irracionalidad de ciertos compatriotas, algunos dueños de cierto poder, como Comcipo, que ha declarado alegremente que no acatará la determinación de la Corte de la Haya. Esa declaración no solo muestra una enorme inmadurez, sino también un profundo irrespeto a todo lo ganado a lo largo de los años, en un sistema que trate de solucionar las diferencia entre los países de una manera civilizada. (algo tremendamente importante, y que estamos viviendo en vivo y en directo, cómo puede darse una situación de barbarie y criminalidad cuando no se respetan esos mecanismos).
El tema de las aguas del Silala pudo haber sido negociado oportunamente en tiempos del canciller Choquehuanca, pero se obedeció al pueblo y se mandó por la borda un acuerdo que hubiera sido muy favorable. En el año 18, cuando Chile acudió a la corte de la Haya, Bolivia pudo haber frenado el juicio y llegado a algún acuerdo, ( eso si no hubiera habido actores que en parte por un patriotismo mal entendido, y en parte por un oportunismo repugnante no se hubieran opuesto).
En las próximas semanas toca escuchar los alegatos, y en unos meses habrá que rasgarse las vestiduras, y el agua seguirá su curso.
Creo que sería una buena idea que algún fotógrafo independiente, con su propio dron, se pasara por el Silala para hacer que el público en general pudiera tener una idea más clara de lo que sucede en ese último rincón de la patria, estoy seguro que buena parte de los malestares que causa esta historia, se debe a la falta de información. Una cosa más, el canal que se hizo a principios del siglo pasado, alimentaba las locomotoras de una empresa extranjera, pero era una línea que era primordial para Bolivia, no para Chile, más allá de los beneficios que ese país hubiera podido tener.
Agustín Echalar es operador de turismo