Aquel que fugó en 2019 tras llevar al país al borde del fratricidio afronta hoy su desplazamiento político impulsado por quienes fueron sus funcionarios y fans, que, como afirma una antigua sentencia, están dándole de beber agua de su propio chocolate,.
Una leyenda mexicana narra que a inicios del siglo XVII un obispo prohibió que se bebiera chocolate durante la celebración de las misas porque era un distractivo para los fieles; poco después el hombre apareció muerto, envenenado con una cucharada de chocolate. Se dice, en otro conocido refrán, que le pagaron con la misma moneda. Y algo así le viene sucediendo al personaje en cuestión.
La serie de acciones que este desarrolló a lo largo de sus tres períodos consecutivos de gobierno para neutralizar a sus adversarios –desde la ofensa hasta la eliminación física (caso Hotel “Las Américas”)– dan lugar a un extenso “recetario” que haría palidecer al propio Nicolás Maquiavelo. Son esas herramientas las que ahora están siendo utilizadas contra su promotor inicial; véase esta rápida e incompleta enumeración de tales recursos:
- Descalificación o insulto. Se apela a adjetivos e improperios de diverso tipo para desmerecer o denigrar al contrario.
- Propaganda y contrapropaganda. Se habla muy bien de la gestión gubernamental presente y se le echa la culpa de todos los males a las anteriores, además de que se responde con acusaciones y adjetivos peyorativos a cualquier declaración o refutación que provenga de los oficialistas previos.
- Uso político de asuntos personales. Se exhibe situaciones privadas del adversario para capitalizarlas (¡qué palabra blasfema!, dirán ciertos presuntos socialistas) políticamente.
- Rastreo de “prontuario” personal. Se investiga la parte oscura de la vida del contrario, así sea hasta su quinta generación, y se la expone públicamente.
- Doble discurso. Se asevera una cosa, como por ejemplo cuando se convoca a la “unidad interna”, y se opera en sentido contrario.
- Paralelismo de organizaciones. Si hay alguna organización que no se somete a las directrices oficiales, se crea y alienta (financia) otra paralela, como sucede con las del llamado “Pacto de Unidad”.
- Cooptación. Se “compra” lealtades de dirigencias políticas y sindicales, con cargos públicos, pagos, viajes u otras dádivas.
- Estímulo de la traición. Se integra a los excolaboradores o adherentes del adversario en el nuevo esquema oficialista a cambio de oportunidades que les resultan altamente convenientes (como curules parlamentarios, embajadas, asesorías, etc.).
- Prohibición de la disidencia. Se rechaza, expulsa o anula a los “librepensantes”, sindicados de “derechistas”, “traidores a la patria”, “agentes del imperialismo” o cualquier otra encarnación demoníaca similar.
- Instrumentalización de instituciones. Se subordina, desde el gobierno central, a todos los órganos estatales para que obedezcan a una única voz de mando sin que importe mucho lo que reza la Constitución sobre la independencia de los poderes.
- Manipulación de las normas. Se procede a la “adecuación” o a la reinterpretación oportunista de las leyes, aparte de que se elabora otras que hagan falta a la medida de los intereses o necesidades correspondientes.
- Desatención y desdén. El gobierno hace oídos sordos y pone la “vista gorda” ante demandas y protestas; simplemente las ignora.
- Judicialización. Se lleva a la vía de los tribunales a personas, organizaciones y temas que representan problemas políticos para el oficialismo.
- Represión. Se acude a diversas formas y variados grados de violencia para enfrentar o reducir al adversario mediante “grupos de choque”, colectivos “autoconvocados”, tribunals o fuerzas regulares y se puede efectuar aprehensiones selectivas y “ejemplarizadoras”.
- Persecución. Se acosa y persigue al contrario para lograr que el sentimiento de amenaza constante en que se desenvuelve le impida actuar.
- “Expropiación” de discurso. Se toma las palabras del adversario para desvirtuarlas, darles otro significado o, a veces, para apropiarse de la legitimidad que pudieran tener.
Este menú abreviado de medidas que fueron ampliamente aplicadas en el lapso 2006-2019 forma la base de lo que, a la fecha, el grupo en el gobierno hace en contra del anterior y de su dizque “líder de los humildes”, quien recibe cucharadas de su mismo chocolate. Una muestra de ello son las denuncias por corrupción, narcotráfico, terrorismo y pederastia que le han presentado desde el oficialismo.
Parecería que al gobernante actual le contaron lo que Maquiavelo recomendaba: “el príncipe que quiera triunfar ha de saber ser malo, y usar de este conocimiento si lo necesita para defender sus intereses”, porque hay “vicios y bellaquerías, que puestos en práctica” pueden proporcionarle “felicidad y provecho”.
Y también da la impresión de que al otro personaje nadie le recordó este otro viejo adagio: “No sabe el diablo para quién trabaja”.
El autor es especialista en comunicación y análisis político