
La semana pasada, las bancadas opositoras y la población en general, han sido sorprendidas con una muy astuta maniobra del partido de gobierno. Aprovechando la ausencia de opositores, los legisladores masistas se reunieron, hicieron cuórum y nombraron a un Defensor del Pueblo. Los legisladores ausentes, que en realidad no eran chachones, sino que habían ido a Santa Cruz a la fiesta grande de esa importante parte de nuestro país, se han disculpado en las más diversas maneras. Y eso está bien: que los padres de la patria se disculpen, nunca está demás, los ejercicios de humildad hacen bien a todos, como los de soberbia envilecen a todos.
Los masistas, parece ser que están muy felices con la maniobra, se han salido con la suya, le han hecho “lero lero”, a la oposición pero también al país en su conjunto, y es que simplemente así no funciona la democracia. Para empezar no se puede alterar el orden del día de una sesión, solo porque sí, y menos con intenciones maniobreras.
El procedimiento democrático, exige consensos, exige que las partes se pongan de acuerdo, para eso está la importancia de llegar a los dos tercios en asuntos fundamentales. Y por eso es que durante el segundo y el tercer gobierno de Morales, (siendo el tercero ya ilegítimo), la función del parlamento había sido anulada, porque si un partido tiene esos dos tercios, simplemente puede hacer lo que le parezca, incluido, participar en la violación de la constitución, para beneficio de los gobernantes. Abuso de poder se llama.
El daño a la institucionalidad causado por el MAS es de enormes dimensiones. En los hechos ha anulado a la Defensoría del Pueblo, y ha colocado a un personaje funcional al gobierno en una posición que debería estar ahí para denunciar los abusos cometidos por este contra el ciudadano. Lo grave es que existen personas ecuánimes que realmente tienen una buena distancia tanto hacia el gobierno, como hacia los partidos opositores, y que hubieran podido cumplir magníficamente con ese importante trabajo. Aunque se también de buena fuente, de gente idónea que se niega a participar a estas alturas de cualquier función pública, (por instinto de preservación).
Lo cierto es que lo que tenemos es más de lo mismo, la paradoja de que la democracia es una criatura que en ocasiones se devora a si misma. La democracia en Bolivia es imposible sin la participación del MAS, y como se ha demostrado en 2020, aunque debido a la pandemia y el penoso gobierno de la señora Añez, este partido tiene las posibilidades de salir extremadamente airoso en las urnas. Por eso su legitimidad. Sin embargo el partido en cuestión, no tiene ninguna convicción democrática, solo tienen vocación de poder, son como lo dijo Fernando Molina en su bello libro, (ahora desconocido por el autor), “unos conversos sin fe”.
La democracia nos esta llevando, o nos ha llevado, a elegir a un partido democrático que no cree en ella y que la quiere destruir. Eso se ha ilustrado de una manera contundente en la elección del Defensor del Pueblo.
Ahora bien, como la esperanza es lo último que se pierde, existe la posibilidad de que una vez elegido por 5 años, el Defensor asuma la investidura y tome en serio sus funciones, hay una gran diferencia entre ser electo y ser interino, vale recordar al pastor Villena, que termino siendo una piedra en el zapato del entonces presidente.
Y sin embargo, para no pasar de ingenuos, cabe recordar, que una Defensoría del Pueblo es una institución que solo funciona en gobiernos más sofisticados, y plenamente democráticos, convencidos de que sus funcionarios necesitan ser observados, fiscalizados y eventualmente denunciados, convencidos de que su poder debe ser limitado y cuestionado. En realidad no tenía de principio ninguna oportunidad con el MAS.
Agustín Echalar es operador de turismo