
La postura que ha adoptado nuestro país respecto a la brutal invasión militar que Rusia está perpetrando en Ucrania, aunque previsible, no deja de ser indignante. Pone en evidencia una serie de falencias éticas del actual gobierno. La primera es que ellos, nuestros gobernantes, no son capaces de reconocer como inaceptable algo tan obvio como una intervención del calibre de la que nos ocupa, que es ni más ni menos , el inicio de una guerra expansionista, perpetrado por un vecino, que es además inmensamente más grande, y más fuerte, que el agredido.
Pueden haber argumentaciones sobre, las tensiones que pueden llevar a Rusia a un ataque de nervios, el país es hoy más pequeño de lo que fue no solo en tiempos de la URSS sino en tiempos de los Zares, La Nato, ampliando su área de influencia, puede ser también un tema de estress, pero esos no son argumentos para iniciar una invasión armada contra otro país, que no ha cometido ningún acto de agresión.
Un país que cree en la democracia, simplemente no puede quedar indiferente ante la terrible agresión cometida por Rusia, mucho menos puede hacerlo un país que se auto proclama, pacifista, como lo hace el Estado Plurinacional en su Constitución.
Dos asuntos han primado seguramente en la decisión tomada por el gobierno, la primera, la lógica de considerar amigo, al enemigo del enemigo, el gran antagonista de la potencia euroasíatica son los EEUU, vistos por el partido de los cocaleros, como su enemigo principal, por lo tanto, esta antipatía, une a ambos países a pesar de las distancias.
El otro aspecto que no se debe soslayar es la cantidad de acuerdos, algunos de ellos, mantenidos en secreto que hay entre el gobierno de Rusia y el gobierno de Bolivia, y que hace a este segundo un tanto vulnerable. No conviene, votar contra alguien con quien se hace muchos negocios, o si pensamos mal, posibles negociados. No olvidemos que muchos de los acuerdos con Rusia, incluida le venta de las vacunas Sputnik, tienen clausulas de confidencialidad que vulneran los más elementales principios de transparencia en el manejo de las cosas del estado.
El gobierno de Putin no tenía gran prestigio, sobre todo por las violaciones a derechos humanos elementales que había cometido anteriormente, y por su extremo autoritarismo, que ha llevado a la eternización de este en el Poder, cuando se lo tilda de nuevo Zar, no se trata de una lisonja, sino de una fuerte crítica. La invasión de Crimea ya fue un acto repudiable, pero lo que está aconteciendo ahora, es simplemente intolerable para cualquier individuo o sociedad que crea en la democracia.
Y ahí está el problema, el masismo, lo sabemos de memoria, no tiene vocación democrática, tiene vocación de poder, y desde esa perspectiva puede sentirse completamente hermanado con Putin.
Las declaraciones de la ONU, posiblemente sirvan de poco, alguien que bombardea desde el aire a una ciudad no se amaina con una declaración, (ese es de hecho uno de los grandes problemas, es difícil imaginar cómo se logrará parar a Putin) pero ponen en evidencia a cada uno de los países. Y Bolivia esta ahora entre los países que desprecian la democracia, que es el orden establecido por occidente desde hace más de 70 años. Un orden. dicho sea de paso, lleno de problemas, pero que Putin, no ofrece mejorar, sino empeorar.
Bolivia se ha puesto del lado de un gobernante despótico que tiene grandes deseos expansionistas, y que no ofrece nada que pueda considerarse una mejora en la vida de la gente, sino todo lo contrario.
No dejan de espantar de paso, las absurdas declaraciones de algunos diputados y otros actores afines al partido de gobierno, que justifican la más grande canallada de los últimos tiempos.
Que quede claro, el gobierno de Putin está asesinando gente, y eso le parece bien al gobierno de Bolivia.
Agustín Echalar es operador de turismo