FRANCESCO ZARATTI
No son las reservas de hidrocarburos a las que hace referencia el título, sino las reservas morales de la humanidad que en su tiempo quiso encarnar el movimiento indigenista al mando del Canciller David Choquehuanca.
Nuestro Canciller me recuerda cada vez más al personaje del jardinero, interpretado magistralmente por Peter Sellers, en una película que ridiculiza las reacciones de la elite política ante la ignorancia, acompañada de sencillez y humildad. Las sibilinas sentencias acerca de la jardinería merecían, en la película, interpretaciones y comentarios sesudos, buscando descubrir, tras de ellas, la genialidad del jardinero, a tal punto que se lo llega a postular para Presidente de los EEUU.
De hecho, las declaraciones del Canciller en el acto de entrega de la merecida condecoración del Cóndor de los Andes a los jesuitas Xavier Albó y Mauricio Baccardit bien podían haber estado en boca del jardinero. Literalmente, el Canciller recomendó a los dos sacerdotes “seguir al lado del pueblo y no dar comida a los que no están con este proceso de cambio”.
Como aficionado a la exegesis bíblica intentaré a continuación desentrañar esa declaración.
La primera interpretación es la “literal”, ir a lo que dice el texto. En esa interpretación la frase suena espantosa, y así la han entendido las redes sociales, calificándola como una sentencia digna de un monstruo, capaz de negar a los adversarios hasta el alimento, o sea la vida. Y encima se lo pide a dos sacerdotes octogenarios que han vivido intensamente la opción preferencial para los pobres. A favor de esta interpretación están los antecedentes de “choquehuancadas” y la falta de contexto que nos indique otra interpretación. En contra, está la constatación de que esos sacerdotes no distribuyen comida y, si lo hacen, la dan a los pobres, sean cual fuere su inclinación política.
La interpretación “metafórica”, me lleva a interpretar “comida” con “ciencia”, argumentos, discursos, y no es menos preocupante. El Canciller parece decir a los padrecitos que no escriban ni hablen en contra del proceso de cambio, para no dar a sus adversarios argumentos para atacarlo. Si así fuera, la sentencia mostraría la cara de intolerancia hacia la crítica que tiene indudablemente este régimen y la inseguridad que esa intolerancia esconde. A favor de esta interpretación está la reveladora confesión de Choquehuanca de estar leyendo periódicos (¿se acabaron las arrugas de los abuelos?), lo que también puede ser visto como una amenaza: “Estoy siguiendo lo que escriben y dicen”. En contra, el hecho que sólo uno de los dos jesuitas escribe regular y críticamente en los periódicos. Además, el mismo Xavier Albó ha dado la mejor respuesta a ese pedido: ¡Ama Ch'in! No te quedes callado.
Finalmente, viene la interpretación “teológica”. El Canciller se dirige a dos sacerdotes de la Iglesia Católica a quienes les pide no dar “comida”, o sea el sacramento de la Eucaristía, el Pan de Vida, Cristo Jesús, a los que no comulgan con el MAS. Sería un llamado a dejar de ser no sólo sacerdotes, no sólo jesuitas, sino discípulos de Cristo. De las tres interpretaciones ésta, aunque sea la menos probable, es la más ofensiva para los homenajeados y para la Iglesia.
En fin, sea cual fuere la interpretación de la infeliz sentencia del Canciller, llegamos a una misma conclusión: el agotamiento de la autodefinida “reserva moral de la humanidad” y de su ética. El FONDIOC representó el robo descarado; el Zapatazo la mentira empedernida; las recientes palabras del Canciller la flojera de aceptar la diversidad, la crítica o el amor cristiano.