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Nacional Sociedad

Experiencias del altiplano demuestran que la agricultura familiar es primordial para la seguridad alimentaria

Un estudio desarrollado por CIPCA y en base a la implementación de una propuesta económica productiva, da cuenta que familias agricultoras de los municipios de Taraco, Colquencha y Calamarca, mantienen y fortalecen sistemas productivos con índices que se acercan más a la sostenibilidad y una mayor capacidad de resiliencia a los efectos del cambio climático.
11 de Enero, 2022
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Familia agricultora del altiplano. Foto. Archivo
La Paz, 11 de enero (ANF).- El actual escenario de la pandemia de Covid-19 ha ratificado la importancia y necesidad de una alimentación más sana y de productos agrícolas con sistemas sostenibles. En esa línea, una investigación con experiencias de campesinos del altiplano de Bolivia  demuestra que la agricultura familiar es primordial para consolidar la seguridad alimentaria con soberanía.

Un estudio desarrollado por el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA) y en base a la implementación de una propuesta económica productiva, da cuenta que familias agricultoras de los municipios de Taraco, Colquencha y Calamarca, mantienen y fortalecen sistemas productivos con índices que se acercan más a la sostenibilidad y una mayor capacidad de resiliencia a los efectos del cambio climático. 

Y es que este sector de la agricultura familiar en Bolivia  hace un manejo racional  de los recursos naturales, implementa innovaciones y reinvierte en sus sistemas productivos “lo que, a su vez, les permite generar mayor producción y mejorar sus ingresos”, detalla el documento publicado recientemente. 

Este grupo de intervención de familias agricultoras  los tres municipios del altiplano boliviano mostró además una amplia diversidad de cultivos. Por ejemplo, la familia Cruz-Zárate de Taraco sobresale con 77 especies cultivadas, la familia Huchani-Mamani de Colquencha, tiene 25 y la familia Pongo-Laura de Calamarca, con 20 especies.

“Los sistemas consolidados tienen en promedio 25 variedades de papa, 15 de hortalizas, seis de oca, cinco de papalisa, quinua y haba, tres de trigo, cebada, avena, maíz y arveja, dos de isaña y una variedad de qañawa y tarwi”, detalla el estudio de CIPCA. 

Además, se ratifica que este sector mantiene una rotación favorable de las parcelas, una práctica ancestral en el altiplano. 

El primer año del ciclo, generalmente se las destina al cultivo de papa, asociado con oca, papalisa o isaña; el segundo año se siembra cebada, avena, quinua, haba o qañawa; el tercer año cebada, haba, quinua, avena; a veces el cuarto año se vuelve a cultivar cebada, avena y trigo.

Otra práctica que demuestra que la agricultura familiar es fundamental en la seguridad y soberanía alimentaria con enfoque de sostenibilidad es el uso que estos agricultores hacen de biol, un fertilizante orgánico líquido que cada vez más requerido en el altiplano. 

Este fertilizante contiene microelementos esenciales como hierro, manganeso, cobre y zinc; “no obstante, su calidad depende de los insumos utilizados en su elaboración y de la edad del abono orgánico. Los niveles de hierro y manganeso dependen de la utilización de ceniza, cáscara de huevos y plantas aromáticas como eucalipto, ortiga y q’uwa (muña)”.

El reciclaje también es un elemento fundamental que encaminan estas familias agricultoras campesinas, con  el uso de restos de cosecha y desperdicios de forrajes. “Los sistemas consolidados o con PEP (propuesta económica productiva) son los que más utilizan estos elementos para la elaboración de abono bocashi, la alimentación de animales y otras formas de incorporación de materia orgánica al suelo: abonos verdes y elaboración de compost”, concluye este análisis.

Y si ben, estos agricultores tienen la posibilidad de comercializar sus  productos estratégicos en ferias y mercados, demandan  y requieren de un mayor apoyo para la apertura y garantía de esta venta.

“Además de la dificultad de llegada a los mercados, los campesinos tienen un limitado acceso a los medios de producción y un reducido margen de productividad: una familia agricultora del altiplano destina en promedio el 27 % de su producción al autoconsumo, el 56 % a la venta en mercados locales o urbanos y el restante 17 % a otros usos como semilla y transformación en subproductos”.

Por ello, aunque la agricultura familiar campesina abastece a la gran cantidad de la población, no es reconocida y no se destaca su aporte fundamental en la seguridad alimentaria con soberanía para el desarrollo integral y sostenible
del país. 
//CSC 

Etiquetas

    agricultura familiar y otros modelos,Medio ambiente,seguridad alimentaria,Soberanía alimentaria,Bolivia,cipca