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Nacional Sociedad

¿Es o no es verdad?

AK2402 r ccc abonado YYYY LP 22- 22, III, 95. ¿Es o no es verdad? `QUE SE VAYA EL PRESIDENTE! Por José Gramunt de Moragas, S.J. Si fuera mía la exclamación con que titulo este artículo me colocaría 'ipso facto' al borde de la ilegalidad, de la sedición, del golpismo. Extremo para el que no me siento preparado. Porque no soy político y, si con frecuencia me ocupo de cuestiones de este endiablado género, lo trato desde una dimensión más ética que partidista. Además, quien me conoce de tiempo, puede atestiguar mi vocación democráti- ca. (Aunque algunos de mis buenos y leales colaboradores me tengan por dictador dentro de casa). Así que no soy yo quien propone que Goni se vaya a su casa. Son otros. Haberlo dicho en la caja de los truenos que es la Cámara de Diputados me parece una monumental mente- catez, un mamarracho político, un adefesio oratorio, una baladronada, un hazmerreir para el público que se divierte - otros se apenan - con las payasadas que se producen en el hemiciclo con más frecuencia de la admisible `Qué poco favor le hacen esas extravagancias a los Honorables como corporación, de suyo, respetable! Bueno, regular o malo, el Presidente es el Presidente, elegido como Dios y las leyes mandan. Y sanseacabó. Nadie puede expulsarle. A menos que sea por al camino de tantos sediciosos golpistas que han empañado el brillo de la Repú- blica. Se podrá criticar al mandatario. Es lícito y enri- quecedor disentir. Resultaría más imaginativo presentar opciones mejores. !Pero querer mandarlo a su casa...` Si profesamos el pluralismo democrático, si creemos en el papel estimulante y a la vez fiscalizador de la oposición, no es para que justifiquemos cualquier exabrupto o cualquier exhibicionismo personal o de partido. Algo más: la oposición es también la escuela para los próximos gobernantes. Desde las bancadas hostiles al Gobierno se aprende mucho, se conocen más a fondo los problemas nacionales. Los representantes de la minoría se foguean en el difícil arte de gobernar, aunque no gobiernen: pero están metidos hasta las cejas en los vericuetos de la cosa pública. Y esto les enseña mucho. El error es creer que para ser opositor hay que desbarrar según el temperamento, la ocurrencia del instante, sin pensar antes de hablar. Dicho ésto para alejar cualquier sospecha de partidismo, indebido en lo que a mí respecta, todos observamos qué mal papel están haciendo algunos representantes opositores. (Tampoco son excelentes otros oficialistas). En lugar de ganar intenciones de voto para las próximas elecciones, hacen lo posible para sembrar su propio descrédito. Y esto es pésimo, para éllos mismos, para sus partidos, para recuperar la confianza disminuída en la 'clase política', para el respeto que se merece el Legislativo y, en fin, para la continuidad democrática. Permítanme aquí un chiste de humor negro que circulaba en España cuando Franco agonizaba. El médico anuncia al 'cau- dillo' que sus familiares vienen a despedirse. Respuesta del general, enmarañado en mil tubos clínicos: "¿Y a dónde van?" Así que no es cosa de que alquien exija o simplemente sugiera que el Presidente se despida si todavía le queda más de un año de mandato constitucional. Y si Goni no se va - no puede ni debe despedirse - ¿a dónde quiere ir quien clama por la dimisión presidencial? ----- 22-03-95 12:14 XXXX
22 de Marzo, 1995
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22, III, 95. ¿Es o no es verdad? `QUE SE VAYA EL PRESIDENTE! Por José Gramunt de Moragas, S.J. Si fuera mía la exclamación con que titulo este artículo me colocaría 'ipso facto' al borde de la ilegalidad, de la sedición, del golpismo. Extremo para el que no me siento preparado. Porque no soy político y, si con frecuencia me ocupo de cuestiones de este endiablado género, lo trato desde una dimensión más ética que partidista. Además, quien me conoce de tiempo, puede atestiguar mi vocación democráti-ca. (Aunque algunos de mis buenos y leales colaboradores me tengan por dictador dentro de casa). Así que no soy yo quien propone que Goni se vaya a su casa. Son otros. Haberlo dicho en la caja de los truenos que es la Cámara de Diputados me parece una monumental mente-catez, un mamarracho político, un adefesio oratorio, una baladronada, un hazmerreir para el público que se divierte - otros se apenan - con las payasadas que se producen en el hemiciclo con más frecuencia de la admisible `Qué poco favor le hacen esas extravagancias a los Honorables como corporación, de suyo, respetable! Bueno, regular o malo, el Presidente es el Presidente, elegido como Dios y las leyes mandan. Y sanseacabó. Nadie puede expulsarle. A menos que sea por al camino de tantos sediciosos golpistas que han empañado el brillo de la Repú-blica. Se podrá criticar al mandatario. Es lícito y enri-quecedor disentir. Resultaría más imaginativo presentar opciones mejores. !Pero querer mandarlo a su casa...` Si profesamos el pluralismo democrático, si creemos en el papel estimulante y a la vez fiscalizador de la oposición, no es para que justifiquemos cualquier exabrupto o cualquier exhibicionismo personal o de partido. Algo más: la oposiciónes también la escuela para los próximos gobernantes. Desdelas bancadas hostiles al Gobierno se aprende mucho, seconocen más a fondo los problemas nacionales. Los representantes de la minoría se foguean en el difícil arte de gobernar, aunque no gobiernen: pero están metidos hasta las cejas en los vericuetos de la cosa pública. Y esto les enseña mucho. El error es creer que para ser opositor hay que desbarrar según el temperamento, la ocurrencia del instante, sin pensar antes de hablar. Dicho ésto para alejar cualquier sospecha de partidismo, indebido en lo que a mí respecta, todos observamos qué mal papel están haciendo algunos representantes opositores. (Tampoco son excelentes otros oficialistas). En lugar de ganar intenciones de voto para las próximas elecciones, hacen lo posible para sembrar su propio descrédito. Y esto es pésimo, para éllos mismos, para sus partidos, para recuperar la confianza disminuída en la 'clase política', para el respeto que se merece el Legislativo y, en fin, para la continuidad democrática. Permítanme aquí un chiste de humor negro que circulaba en España cuando Franco agonizaba. El médico anuncia al 'cau-dillo' que sus familiares vienen a despedirse. Respuesta del general, enmarañado en mil tubos clínicos: "¿Y a dónde van?" Así que no es cosa de que alquien exija o simplemente sugiera que el Presidente se despida si todavía le queda más de un año de mandato constitucional. Y si Goni no se va - no puede ni debe despedirse - ¿a dónde quiere ir quien clama por la dimisión presidencial? ----- 22-03-95 12:14XXXX

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