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Deportes

La opinión de un "tigre" migrante frente al triunfo del Bolívar.

ANF E1361 11:33:55 03-12-2004 DEP ITALIA-TRINUFO-BOLIVAR. La opinión de un "tigre" migrante frente al triunfo del Bolívar. Bérgamo, Italia DIC 3 (ANF).- Edwin Pérez Uberhuaga.- Eran más de las tres de la madrugada de este jueves cuando a través de la televisión vi que el arbitro peruano marcaba la conclusión del partido en La Paz en el que el Bolívar accedía a la final de la Copa Sudamericana al vencer 2-1 al Liga Deportiva Universitaria de Quito del Ecuador. "Grande victoria dei squadra boliviani", dijo el locutor de la red Sport Italia, que transmite casi todos los partidos sudamericanos y que son disfrutados por una gran comunidad latina en este país. Es un lujo que en otros países no tenemos porque el servicio no existe o porque es muy costoso. Para mí fue la primera vez que vi un partido completo con un protagonista boliviano desde hace mas de cuatro años. En general, los informativos de Suiza, Alemania o Francia casi no muestran imágenes del fútbol sudamericano y menos del boliviano, que pocas veces llega a disputar una semifinal. El compatriota Marco Rojas, que hace una gran labor social en Bérgamo, me contó las victorias previas bolivaristas ante equipos poderosos. Frente a la pantalla, no sólo me embrujo el rodar del balón, sino los recuerdos del país a miles de kilómetros de distancia. El estadio Hernando Siles, que se mostraba como un gigante en medio de la noche paceña, con mezcla de publicidad electoral y de las empresas de siempre, no solo me recordó las épicas jornadas para la clasificación al mundial de fútbol de 1994. También me trajo a la memoria algún gol que marque en la juventud en la delantera del Club Magallanes del profesor, Antonio Maruzzi, o en el equipo de periodistas que en un festival de la prensa se enfrentó a un equipo de parlamentarios y ministros. En broma mis colegas decían que había que marcar de cerca a todos, menos al ministro del Interior por razones obvias. Más que ver a los jugadores estrellas del Bolívar, viejitos pero rendidores, comencé a mirar los rostros en las tribunas vestidas con la camiseta celeste que imaginariamente me puse por encima del negro y amarillo del Strongest. Aun no sé si soy tigre por convicción o por dar la contra a mi hermano mayor Cesar. El si era stronguista hasta que de niño mis tíos "compraron su pase" con unos helados hasta provocar discusiones con mi madre Lidia que en las reuniones familiares gritaba conmigo "Warikasaya kalatakaya, hurra hurra, viva el Strongest" y recibía la contestación de sus hermanos con la canción "A quien le dicen papa, al gran Bolívar". En esas tribunas de la "General" estaban trabajadores, desempleados, jóvenes colegiales y mujeres con sus niños. Ellos hicieron una pausa en la lucha por la sobrevivencia en un país cada vez más pobre y con menos esperanzas. Sus rostros quemados por el sol andino mostraron alegría en el primer gol de Chiorazzo, sorpresa en el empate ecuatoriano, el jubilo con el gol de García y la espera dramática del final del partido. Al medio tiempo fui a la cocina a hacer un sándwich de pan con prosciuto (jamon), pensando en los ricos sándwich de chola de La Paz o los anticuchos de la equina. Al final del partido yo esperaba escuchar algún bocinazo o una salida masiva de la gente al centro de la ciudad. Pero no, era la madrugada en Italia y es posible que muchos de los 15 mil bolivianos que viven en la región estuvieran durmiendo sin un televisor al frente o recuperaban rápidamente sus energías para salir a las 5 de la madrugada a trabajar o a buscar trabajo. Saludé con un brindis de agua mineral el triunfo boliviano y pense si en la final con el Boca Juniors yo tendría la posibilidad de estar frente al televisor en algún lugar del mundo, donde me muevo como un balón de fútbol o como la "tejeta" echa con papel periódico y medias nailon que yo pateaba en la infancia con mis amigos sin importar si llovía o anochecía. Hay que apoyar a nuestro equipo desde donde estemos. Recordé que una vez en mi adolescencia mis tíos Jorge Belmonte, Edgar, Guillermo y Gualberto Uberhuaga me dijeron. "Edwin, si haces algo bueno por el país, no pienses en los gobernantes o los políticos, sino en el campesino que escuche esa buena noticia en su radio a pilas, sea alegre y siga trabajando con su arado" Por eso, en la distancia les pido a los jugadores bolivaristas que piensen que hay miles de migrantes bolivianos, tal vez agobiados por los problemas que quisieran ver la celeste campeona durante los diez segundos que la televisión europea dedica al fútbol sudamericano. En la distancia, sonreiremos y seguiremos nuestro camino. //EPU/wpt//
3 de Diciembre, 2004
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ANF E1361 11:33:55 03-12-2004DEP ITALIA-TRINUFO-BOLIVAR.La opinión de un "tigre" migrante frente al triunfo del Bolívar.Bérgamo, Italia DIC 3 (ANF).- Edwin Pérez Uberhuaga.- Eran más de las tres de la madrugada de este jueves cuando a través de la televisión vi que el arbitro peruano marcaba la conclusión del partido en La Paz en el que el Bolívar accedía a la final de la Copa Sudamericana al vencer 2-1 al Liga Deportiva Universitaria de Quito del Ecuador."Grande victoria dei squadra boliviani", dijo el locutor de la red Sport Italia, que transmite casi todos los partidos sudamericanos y que son disfrutados por una gran comunidad latina en este país. Es un lujo que en otros países no tenemos porque el servicio no existe o porque es muy costoso.Para mí fue la primera vez que vi un partido completo con un protagonista boliviano desde hace mas de cuatro años. En general, los informativos de Suiza, Alemania o Francia casi no muestran imágenes del fútbol sudamericano y menos del boliviano, que pocas veces llega a disputar una semifinal. El compatriota Marco Rojas, que hace una gran labor social en Bérgamo, me contó las victorias previas bolivaristas ante equipos poderosos.Frente a la pantalla, no sólo me embrujo el rodar del balón, sino los recuerdos del país a miles de kilómetros de distancia.El estadio Hernando Siles, que se mostraba como un gigante en medio de la noche paceña, con mezcla de publicidad electoral y de las empresas de siempre, no solo me recordó las épicas jornadas para la clasificación al mundial de fútbol de 1994. También me trajo a la memoria algún gol que marque en la juventud en la delantera del Club Magallanes del profesor, Antonio Maruzzi, o en el equipo de periodistas que en un festival de la prensa se enfrentó a un equipo de parlamentarios y ministros. En broma mis colegas decían quehabía que marcar de cerca a todos, menos al ministro del Interior por razones obvias.Más que ver a los jugadores estrellas del Bolívar, viejitos pero rendidores, comencé a mirar los rostros en las tribunas vestidas con la camiseta celeste que imaginariamente me puse por encima del negro y amarillo del Strongest.Aun no sé si soy tigre por convicción o por dar la contra a mi hermano mayor Cesar. El si era stronguista hasta que de niño mis tíos "compraron su pase" con unos helados hasta provocar discusiones con mi madre Lidia que en las reuniones familiares gritaba conmigo "Warikasaya kalatakaya, hurra hurra, viva el Strongest" y recibía la contestación de sus hermanos con la canción "A quien le dicen papa, al gran Bolívar".En esas tribunas de la "General" estaban trabajadores, desempleados, jóvenes colegiales y mujeres con sus niños. Ellos hicieron una pausa en la lucha por la sobrevivencia en un país cada vez más pobre y con menos esperanzas.Sus rostros quemados por el sol andino mostraron alegría en el primer gol de Chiorazzo, sorpresa en el empate ecuatoriano, el jubilo con el gol de García y la espera dramática del final del partido.Al medio tiempo fui a la cocina a hacer un sándwich de pan con prosciuto (jamon), pensando en los ricos sándwich de chola de La Paz o los anticuchos de la equina.Al final del partido yo esperaba escuchar algún bocinazo o una salida masiva de la gente al centro de la ciudad. Pero no, era la madrugada en Italia y es posible que muchos de los 15 mil bolivianos que viven en la región estuvieran durmiendo sin un televisor al frente o recuperaban rápidamente sus energías para salir a las 5 de la madrugada a trabajar o a buscar trabajo.Saludé con un brindis de agua mineral el triunfo boliviano y pense si en la final con el Boca Juniors yo tendría la posibilidad de estar frente al televisor en algún lugar del mundo, donde me muevo como un balón de fútbol o como la "tejeta" echa con papel periódico y medias nailon que yo pateaba en la infancia con mis amigos sin importar si llovía o anochecía.Hay que apoyar a nuestro equipo desde donde estemos. Recordé que una vez en mi adolescencia mis tíos Jorge Belmonte, Edgar, Guillermo y Gualberto Uberhuaga me dijeron. "Edwin, si haces algo bueno por el país, no pienses en los gobernantes o los políticos, sino en el campesino que escuche esa buena noticia en su radio a pilas, sea alegre y siga trabajando con su arado"Por eso, en la distancia les pido a los jugadores bolivaristas que piensen que hay miles de migrantes bolivianos, tal vez agobiados por los problemas que quisieran ver la celeste campeona durante los diez segundos que la televisión europea dedica al fútbol sudamericano. En la distancia, sonreiremos y seguiremos nuestro camino. //EPU/wpt//

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