AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ
La grotesca historia de los amoríos del Presidente, su hijo, su amante, el chamán, el ministro y 550 millones de dólares, ha hecho que otra noticia que en circunstancias normales sería de primerísima plana pasara a simple dato lateral. Me refiero al título de licenciado en Matemáticas por la UNAM que ha ostentado el más importante intelectual del MAS, y que en realidad no existía.
¿Es necesario tener un título universitario para ser vicepresidente de Bolivia, o si nos ponemos en la semana, para ser defensor del pueblo? Estoy convencidísimo de que no, en primer lugar, porque la capacidad para hacer un buen papel en esos dos roles, no tiene que ver con títulos académicos, y en segundo lugar, porque sería discriminatorio, dejar a quienes por múltiples razones de la vida, no pudieron optar por una formación académica, de lado. Por lo demás, hay personas que desarrollan un cierto conocimiento en una materia, que puede ser superior al de personas que ostentan una ramillete de títulos.
Dicho esto, hay casos donde un cierto orden se hace ineludible, por ejemplo en el campo de la medicina, que una operación sea ejecutada por alguien que no tenga una certificación parece ser un riesgo demasiado grande.
Ahora bien en el mundo académico, se deben seguir ciertas reglas, para ser catedrático se debe tener una licenciatura, a menos que realmente haya una prueba extraordinaria del conocimiento de la persona respecto a un determinado tema. Eso sin embargo, debe hacerse desde la transparencia, no obviando un requisito.
Álvaro García Linera, pudo navegar en el mundo académico boliviano con una ligereza rayana en la irresponsabilidad por parte de sus jefes académicos, y a pesar de eso, es posible que haya sido un gran catedrático, lo penoso es que mintió respecto a su propia formación, y eso no es aceptable en el mundo académico, y debería serlo menos en el mundo político. El que lo hubiera hecho, porque pone en evidencia una inseguridad pequeño burguesa, de clase media venida a menos, que en un hombre revolucionario son una contradicción en el carácter muy grande.
Pero más allá de los complejos del señor Vicepresidente, el problema está en que se ha creado una situación que en circunstancias normales podría inclusive costar una dimisión, pienso en los casos de plagio que causaron las renuncias de dos importantes ministros en la Alemania de Ángela Merkel por ejemplo.
Nuestro Vicepresidente no ha tenido el menor gesto de constricción respecto a esta importante falta ética, pudo haber pedido disculpas aduciendo una necesidad de sobrevivir. Insisto, en otro país, eso tampoco hubiera sido suficiente. Pero el mensaje prepotente que ha dado es terrible, es en primera instancia una muestra de profundo desprecio al mundo académico boliviano y un mensaje atroz para las generaciones nuevas, no solo porque desmerece el esfuerzo de concluir un estudio en un sistema organizado, sino porque termina siendo una exaltación de la mentira y la impostura.
Las intervenciones del Vicepresidente en referencia al escándalo presidencial han sido penosas sobre todo cuando se ha lanzado en forma altisonante a tildar reiteradamente a la ex amante de mentirosa, un poco de pudor, le obligaría a no ver la paja en el ojo ajeno. De hecho ahí está el problema, la autoridad moral del hombre que todos suponen es el más poderoso del actual gobierno, está en entredicho.
No creo que algo se solucionaría si su Excelencia renuncia, pero sería algo muy positivo si luego de haberse puesto en evidencia una falta tan grande y a la vez tan tonta, (porque seamos claros, él no necesita un título de licenciado), se pudiera ver en su accionar algo de humildad. Quien sabe, eso lo podría llevar a la serenidad y lo alejaría de las histéricas declaraciones que va regando constantemente.