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Opinión

(No) tan lejos del mar

24 de Marzo, 2019
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AGUSTÍN ECHALAR ASCARRUNZ

Hace ciento cuarenta años y un día, moría heroicamente, defendiendo su patria, Don Eduardo Abaroa, héroe máximo del panteón boliviano, y ancestro del dueño de una de las fortunas más grandes de Chile. ( Así de paradójica puede ser la historia y sus desenlaces).

Durante los últimos días de la semana pasada, como corresponde a la tradición, tuvieron lugar los desfiles y las horas cívicas que son parte de la religión nacional de nuestro país. La kilométrica y ridícula bandera que fue arrastrada por calles y carreteras el año pasado, ha quedado casi fuera de vista, (un trocito cuelga del palacio de comunicaciones,  y tla vez de alguna otra repartición gubernamental),  y el fiasco de la Haya, seguramente está doliendo menos a quienes depositaron sus esperanzas en ese tan bullado como imposible juicio.

A estas alturas, y considerando que estamos al umbral de nuevos tiempos, (electoralmente hablando), vale la pena recordar que lo más importante, más allá de simbologías, sentimientos,  y plañideras, es un acceso, lo más rápido y económico, al mar.  Esto, para poder exportar lo que el país produce.

Es desde esa perspectiva, y más vale tarde que nunca, que lo recomendable sería, dejar de llorar por la leche derramada, y por las injusticias sufridas hace seis o siete generaciones.

Vale la pena recordar, que más allá de haber perdido una costa propia, lo cierto es que la distancia entre el Pacífico y las distintas ciudades, minas, o lugares de producción agrícola de la Bolivia actual no han variado, y eso es algo que nos puede llevar a pensar en una nueva estrategia que no se centre en un solo puerto en el Pacífico.

A lo que me refiero, es que ciertamente si hablamos de La Paz y del norte, Ilo, es un puerto más cercano que Arica, (si hablamos de Cochabamba, es posible y Santa Cruz, si solo pensamos en el Pacífico, Arica es el ideal, y si pensamos en Potosí, Tupiza o Tarija, obviamente, Iquique y Antofagasta, son los puertos adecuados.

Bolivia para tener exportaciones eficientes, sobre todo de productos voluminosos, debe poder contar con facilidades en los puertos arriba mencionados, y esa es en realidad la función diplomática que debe ocupar a nuestra cancillería en un futuro próximo, naturalmente debemos también coordinar nuestras iniciativas en obras públicas para tener carreteras modernas y seguras hasta los distintos puntos fronterizos, y tener los espacios adecuados en esos puntos para atender sin retraso a los camiones que hacen el transporte.

Bolivia tiene que sacar de las frustraciones el mejor rédito posible, y este puede implicar un madurar como sociedad. La guerra con Chile fue tremendamente abusiva, aunque nuestros ancestros también cometieran múltiples errores, pero está completamente claro, gracias a los esfuerzos en la Haya y el triste resultado del juicio que iniciamos, que no tenemos ninguna posibilidad de revertir los resultados de la misma. Toca pues, tratar de hacer lo mejor posible con las condiciones que tenemos, aunque eso incluya en algunos casos, tener que tragar algunos sapos vivos.

Bolivia tiene que establecer relaciones amables con Chile, a pesar del pasado.  Es obvio qué considerando las declaraciones y los gestos del Presidente Evo en los últimos años, esto es casi imposible con él a la cabeza del país. La ventaja es qué gracias a la democracia, gracias a la Constitución, los gobernantes no son eternos y podemos tener la esperanza que nuevas administraciones logren armar una relación sólida, sensata y beneficiosa para el país.

Lo que tiene que estar claro, es que las prioridades del país deben ser lógicas y no emotivas. Este triste primero de octubre de 2018, tiene que ayudarnos a manejar nuestra historia y nuestro futuro desde una nueva perspectiva. 

Agustín Echalar es operador de turismo

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