
Convocar y reunir en el Vaticano, no a grupos de movimientos laicales de Iglesia, o a seminaristas o a religiosas…sino a 200 representantes de más de 100 movimientos populares de todo el mundo, es una novedad, un gran signo de esperanza. La prensa boliviana ha informado de ello y de la presencia activa del Presidente Evo Morales, pero queremos volver sobre este tema, porque estos movimientos agrupan a los sectores pobres que padecen en carne propia la desigualdad y la exclusión, son el pueblo con pies en el barro, huelen a barro, a pueblo, a lucha, no se contentan con promesas que anestesian y domestican, quieren ser protagonistas de su historia, luchan contra la injusticia, practican la solidaridad, quieren estar al servicio de la comunidad y de la vida para todos.
El Papa Francisco al dirigirse a este colectivo con gran afecto el día 28 de octubre, afirma claramente que él no es comunista, pues el amor a los pobres está en el centro del evangelio y del pensamiento social de la Iglesia.
Francisco aborda fundamentalmente tres temas: tierra, techo y trabajo. Tierra: don del Creador para ser custodiada y cultivada, actualmente ha sido acaparada por unos pocos y convertida en fuente de lucro, mientras que los campesinos se sienten desarraigados y han de emigrar; hay especulación financiera de alimentos y consiguientemente, hambre. Techo: es necesaria una vivienda para cada familia. Mientras en las ciudades hay barrios residenciales exclusivos, los barrios pobres carecen de infraestructuras básicas: agua, alcantarillado, gas, escuelas, hospitales, clubs deportivos… Se pierde la rica cultura popular de los barrios. Trabajo: No hay mayor pobreza material que el no ganarse el pan, el estar privado de trabajo. A la explotación se añade hoy la exclusión, el descarte, el ser masas sobrantes. Se descartan niños antes de nacer, se descartan ancianos, ahora se descarta a millones de jóvenes desocupados. Es necesaria una remuneración digna, seguridad social y cobertura jubilatoria para todos.
A estos tres temas básicos, Francisco añade la paz y la ecología. Sin paz se destruye el planeta, no hay tierra, ni techo, ni trabajo. Vivimos la tercera guerra mundial en cuotas, el armamentismo causa víctimas inocentes, refugiados y viviendas destruidas.
En el fondo el dios dinero se ha introducido en la sociedad, se destruye la naturaleza y se globaliza la indiferencia; se ha descartado al Dios Padre de todos: somos como huérfanos. Frente a esta situación es preciso reaccionar, coordinarse, caminar juntos, revitalizar la democracia y la participación, seguir con la lucha. Los cristianos podemos inspirarnos en las Bienaventuranzas y en el evangelio de Mateo 25 sobre el juicio final. Pero todos, de cualquier religión y cultura, han de seguir adelante, permanecer en pie, mantener la esperanza. Hasta aquí el mensaje del Papa.
Quienes piensan que la Iglesia, en sus diversos estamentos, debe encerrarse en el templo y limitarse a acompañar las almas al cielo, desfiguran y caricaturizan la misión de la Iglesia. La Iglesia siempre ha sido sensible a los pobres, pero hoy día aborda el problema de la pobreza no simplemente desde la beneficencia sino desde estructuras y sistemas socio-económicos injustos que hay que cambiar con coraje y pasión, con inteligencia, sin fanatismos ni violencia. Ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ninguna persona sin trabajo, ningún trabajador sin derechos. El Papa Francisco sigue sorprendiéndonos, no es comunista, es simplemente cristiano, aunque a algunos esto les extrañe…