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Opinión

INUNDACIONES Y AGUA BENDITA

3 de Febrero, 2014
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VICTOR CODINA S.J.

Este título paradójico quiere reflejar la ambivalencia del agua en la vida, en las culturas y religiones de la humanidad. Las actuales inundaciones que padece gran parte de Bolivia expresan la dimensión negativa del agua: lluvias intensas, desbordamiento de ríos, destrucción de casas, cultivos anegados, pérdida de cabezas de ganado y lo que es peor, pérdidas humanas. Poblaciones incomunicadas, desabastecimiento, inseguridad y angustia de las familias sin vivienda. Añadamos otros aspectos negativos del agua y del mar: naufragios-¡Titánic!-, gente que se ahoga, tsunamis… El agua simboliza destrucción y muerte.

Pero, por otro lado, el agua es vida para el campo, animales y personas, el niño en el seno materno está rodeado de líquido amniótico y rompe aguas al nacer. El mar es espacio de comunicación y comercio. El agua representa la vida. La falta de mar de Bolivia es algo muy negativo.

Esta ambivalencia del agua  se refleja en las culturas y religiones. Los hindúes se bañan en el Ganges para purificarse. En Israel el agua significa muerte, diluvio, caos, el mar es lugar de monstruos-Leviatán- y de muerte. Al final de los tiempos habrá cielos nuevos y tierra nueva pero ya no habrá mar. El paso del Mar Rojo es muerte para los egipcios y liberación para los israelitas. Juan Bautista bautiza en el Jordán y Jesús al ser bautizado desciende a las aguas simbolizando su futura muerte y emerge de ellas anunciando su gloriosa resurrección.

Por esto la Iglesia cristiana utilizó  el agua para el sacramento del bautismo que nos introduce en la Iglesia, donde, sobre todo en el bautismo de inmersión, se significa la liberación del mal, del pecado y de la muerte y  la vida nueva de hijos del Padre en Cristo, por la fuerza del Espíritu. De ahí se explica la devoción del pueblo al agua bendita, que nos recuerda y actualiza el bautismo: agua bendita al final de la eucaristía, bendición con agua bendita de imágenes, de casas, de coches y de flores para el cementerio… Por esto se ha dicho con un cierto humor teológico  que la fórmula del agua bendita no es “H dos O” sino “H Dios O”...

Mientras nos solidarizamos y ayudamos a las víctimas de las inundaciones, en gran parte consecuencia del cambio climático y de la incuria de los responsables cívicos, pidamos y esperemos que pronto cesen las lluvias y el pueblo pueda experimentar de nuevo el agua no como muerte, sino como fuente de vida y bendición de Dios.

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