
El genio latino es capaz de expresar en pocas palabras verdades llenas de sabiduría. En este caso, con solo tres palabras se advierte que la peor corrupción es la de las realidades e ideales más nobles. Cuando la familia, la educación, el servicio a la patria, la ciencia, la política o la religión se pervierten por intereses egoístas, económicos, por ansias de poder, partidismos políticos o por abusos sexuales, etc…la sociedad queda defraudada y empobrecida.
La parte más sana de la sociedad-muchos jóvenes, mujeres, indígenas, pobres..-se escandalizan al ver la corrupción económica o sexual en la familia, o en los líderes políticos o religiosos, se escandaliza al constatar que los grandes ideales de la educación, las propuestas de la política y de la religión se convierten en medios para medrar personas o grupos, descorazona ver que se engaña al pueblo con pan y circo, se miente descaradamente, se manipula la justicia , se margina a los que disienten, se coarta la libertad y la libre expresión ;en lugar de servir a la sociedad o a la Iglesia, se sirven de la sociedad o de la Iglesia para sus propios intereses. En formulación bíblica, hay pastores que en vez de apacentar sus ovejas, se apacientan a sí mismos.No huelen a oveja…
Al ver estos escándalos cunde el desencanto, la desilusión y el hastío. Apena profundamente ver que los grandes ideales de la justicia, de los derechos humanos, de la solidaridad, del respeto a la naturaleza y a Dios son pisoteados continuamente por los que deberían ser sus defensores.
No ignoramos la fragilidad y la pequeñez humana, capaz de lo mejor y de lo peor, pero se esperaría de los que lideran la sociedad, la educación, la política o la religión una mayor ejemplaridad y coherencia entre sus palabras y sus obras, no la búsqueda del poder por el poder. Se esperaría que al menos pidiesen disculpas al pueblo y reconociesen públicamente sus fallos. Si esto no se da, habrá que esperar no solo el juicio definitivo de Dios sino el juicio de la historia que a la corta o a la larga desenmascara la hipocresía y hace que la verdad y la justicia triunfen sobre la mentira y la corrupción. Los Caifás yPilatos de todos los tiempos siempre quedan descubiertos y desprestigiados. Se cumplen las palabras del Magnificat de María: “Dios derriba de su trono a los poderosos y exalta a los humillados.”
Pero no hay que perder la esperanza en tiempos mejores, en medio de la sociedad y de la Iglesia hay siempre un resto fiel que busca sinceramente la verdad la justicia y el cambio; la levadura es capaz de fermentar la masa, el Espíritu no cesa de actuar en la historia desde abajo para transformar a las personas y reformar estructuras, sanar lo corrupto, sembrar semillas de verdad, de justicia, de solidaridad, de amor y de paz. Otro mundo es posible, otro país es posible, otra Iglesia es posible. No todo está perdido a pesar de la corrupción de lo más noble. Y como afirma Francisco, “no nos dejemos robar la esperanza” (La alegría del evangelio, n 86).