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Opinión

COMO SI…

17 de Junio, 2013
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VICTOR CODINA S.J.

El filósofo alemán Hans Vaihinger (1852-1933) fue conocido especialmente por su filosofía del “como si” (Philosophie des Als ob). Según él, todos nosotros, al no conocer verdaderamente la realidad subyacente, construimos sistemas de pensamiento y nos comportamos “como si” el mundo encajara en nuestros modelos. Esta actitud que el filósofo alemán ejemplificó con casos de la física, se puede aplicar a toda nuestra vida: muchas veces actuamos “como si”…

También en nuestros días muchos actuamos “como si”: tanto los viejos como los jóvenes vivimos como si no hubiéramos de morir nunca; explotamos el planeta tierra como si fuera eternamente renovable; comemos y bebemos como si nadie en el mundo pasara hambre y llorara; los países desarrollados y también los sectores bienestantes de los países pobres, viven como si todo el mundo gozase de la sociedad del bienestar; los dirigentes políticos, también muchas veces los dirigentes religiosos, actúan como si todos los que disienten de su modo de gobierno fuesen sus enemigos internos o externos y hubiera que “excomulgarlos”; aceptamos ciegamente la modernidad occidental y sus valores como si fuesen algo absoluto e incuestionable, el mejor modelo posible; en fin, muchas veces caminamos por la vida como si Dios no existiera.

Pero ¿y si Dios realmente existiera? ¿Y si la modernidad occidental  no fuese algo absoluto y definitivo? ¿Y si los disidentes políticos o religiosos tuvieran razón y los problemas nacieran del interior del sistema político o religioso, no de los que piensan diferente? ¿Y si la mayor parte de la humanidad fuese pobre, pasase hambre y no pudiera vivir una vida humana digna? ¿Y si el modelo de la modernidad occidental no fuese algo definitivo y otro mundo fuera posible? ¿Y si los recursos de la tierra se fueran agotando y destruyendo? ¿Y si la vida humana  no fuese eterna y un día nos llegara la muerte?

Tenemos que vivir de forma alternativa al “como si”: todos, jóvenes y viejos,  tendremos que morir un día; las sociedades opulentas son realmente un islote de bienestar en medio del océano de la simple sobrevivencia; los recursos de la tierra y el mismo planeta tierra están en grave peligro; otro mundo diferente del occidental neoliberal es posible y necesario; los disidentes políticos o religiosos muchas veces tienen razón y las tempestades que nos sacuden no provienen de los huracanes de fuera sino sobre todo de las resquebrajaduras internas del sistema; en fin, hemos de vivir como si Dios existiera, porque realmente existe. Todo esto es verdad, por más que  pudiera dolerle al escéptico y kantiano Vaihinger…

Seguramente entonces nuestra vida será más real y más auténtica, caminaremos humildemente ante el Señor, amando tiernamente y practicando la justicia.

Para ello hemos de despertarnos del letargo de una falsa inocencia y enfrentarnos a la dura realidad de la vida. Aunque de momento esto nos duela, a la larga nos hará más humanos y nos hará vivir en la verdad, una verdad que nos hace libres. En esto estriba la verdadera sabiduría. Solo así, no “como si”, sintonizaremos con el proyecto amoroso del Dios amante de la vida que quiere una vida digna y plena para toda la humanidad, también para toda la tierra, obra de sus manos creadoras

 

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