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Economía

El minifundio, una realidad desvinculada de las políticas desde 1984 y que genera mayor pobreza de los campesinos

La gran mayoría de las unidades productivas agropecuarias (UPA) siguen accediendo a una fracción pequeña de tierra, particularmente en el altiplano. Expertos afirman que esta realidad genera estancamientos en la productividad y mayor pobreza de los campesinos.
17 de Diciembre, 2019
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Recomiendan un diálogo y diagnóstico de los agricultores campesinos en Bolivia. Foto: ANF

La Paz, 17 de diciembre (ANF).- Desde el censo agropecuario de 1984 hasta el que se realizó en 2013, la realidad del minifundio en Bolivia no ha registrado grandes cambios, pese a darse discursos políticos de apoyo al campesinado. Se evidencia que la gran mayoría de las unidades productivas agropecuarias (UPA) siguen accediendo a una fracción pequeña de tierra, particularmente en el altiplano. Expertos afirman que esta realidad genera estancamientos en la productividad y mayor pobreza de los campesinos.

“Hay que resolver el gran problema del minifundio en el occidente, que es una traba para introducir tecnología. Esta es la causa de la miseria de los campesinos, pero se cree erróneamente que por esa vía se va a salir adelante y no es cierto. Hay que comenzar a romper algunos mitos en el país y discutir este tema de una manera responsable”, aseguró en entrevista con ANF, Enrique Ormachea, investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA).

De acuerdo al estudio del investigador “Tierras y producción agrícola. A 13 años del Gobierno del MAS”, el extremo minifundio hoy afecta a 230 mil unidades productivas agropecuarias (UPA), que representan el 26,7% del total en el país y que se sitúan en el rango de aquellas superficies menores a una hectárea, ya que tienen en promedio una superficie en propiedad y usufructo de apenas 0,34 de hectárea.

Por otra parte, 276 mil UPA (32,6% del total), que se sitúan en el rango de entre 1,00 y 4,99 hectáreas, tienen en promedio solamente 2,40 hectáreas en propiedad o usufructo, extensiones muy limitadas para lograr incrementos sustanciales de la producción agrícola o ganadera.

“Estas cifras revelan una gran masa de campesinos pobres, pues estamos ante unidades productivas agropecuarias que ya no se presentan en el mercado como importantes oferentes de bienes agrícolas, sino fundamentalmente como oferentes de la fuerza de trabajo”, manifestó Ormachea en este texto.

En esa línea y cuestionando los discursos políticos que se desarrollaron desde el pasado gobierno de Evo Morales, en defensa del campesinado, el director de Fundación Tierra, Gonzalo Colque, estableció que estos años se abandonó el problema del minifundio y se lo desvinculó de la política de distribución de tierras fiscales para campesinos sin tierra o con poca tierra.

“La mayor parte de las tierras minifundiarias no fue titulada en el altiplano y valles. Tampoco se implementaron programas de reagrupamiento de pequeñas propiedades parceladas y esta es una de las razones de fondo para la crisis de la agricultura campesina-indígena que se refleja en el estancamiento de la producción de alimentos de origen campesino”, explicó.

De 1984 a 2013 la realidad del campesino no ha cambiado

Comparando los datos de los censos agropecuarios en Bolivia de 1984 y 2013, se evidencia que los campesinos siguen accediendo a una fracción minoritaria de tierras, mientras una alta concentración de las mismas continúa en poder de una fracción minoritaria de explotaciones agropecuarias.

De acuerdo al censo de 2013, 33 mil UPA, de un total de 861 mil, concentran 27,4 millones de hectáreas, mientras que 827 mil UPA solo acceden a 7,1 millones de hectáreas.

El censo de 1984 determinaba que 12.160 UPA concentraban 20,6 millones de hectáreas y unos 202.000 accedían a 2 millones de hectáreas.

“En 13 años, un Gobierno que se decía representante de los campesinos no ha solucionado el problema del minifundio y lo establece el mismo censo agropecuario del 2013, comparándolo con los datos del censo de 1984”, agregó Ormachea.

Para Colque se hace imperante abrir un diálogo nacional sobre el problema del minifundio. “El gobierno debería escuchar a los pequeños productores y tener encuentros directos. La dirigencia campesina e indígena ha quedado muy politizada en los últimos años y la cooptación política de muchas organizaciones evitó un diagnóstico profundo de la situación de los trabajadores del agro".

//CSC//

Etiquetas

    Bolivia,agricultura familiar y otros modelos,Tierras,Tierras fiscales,CEDLA,Fundación TIERRA