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Opinión

Están colmando la medida

20 de Noviembre, 2010
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MANFREDO KEMPFF SUAREZ

 

 Todo tiene un límite en la vida privada como en la política. Cuando alguien se pasa de ese límite tiene que sujetarse a consecuencias que pueden ser muy desagradables. El actual Gobierno ya se ha pasado de aquellos límites, está colmando la medida hasta el hastío, está molestando y perturbando a la gente a propósito, hasta a muchas personas que le dieron su voto.

El MAS está jugando con el país desde hace cinco años. Porque es una jugarreta eso de cambiarle el nombre a la República, al Himno Nacional, cambiar los símbolos patrios; y es tan grave como lo anterior pretender hacer de los militares una milicia propia, mandar a callar a la Iglesia y la prensa, pero, sobre todo, burlarse de la democracia y las leyes. La impertinencia de S.E. con el Vaticano es algo intolerable, grotesco.

El MAS ha construido una Constitución absurda, a su gusto y capricho, arrollando con la minúscula oposición o aprovechándose de su candor. El asunto es que cuando algunos quieren pasarse de vivos, otros se dan cuenta, y en este caso particular son los ciudadanos quienes ya se sienten estafados y manoseados por una camarilla de incompetentes que está en torno a S.E. y que manejan todo. Esto, por cierto, no exime a S.E. de sus responsabilidades como primer mandatario.

Si existe un Gobierno de golpistas es éste. Este Gobierno que se queja a los cuatro vientos de un presunto golpe cívico-prefectural que habría fracasado el 2008 y que nunca existió, ha ejecutado golpes de mano certeros en las gobernaciones y sobre todo en los municipios y los comités cívicos. No han sido cuartelazos a balazo limpio como antes. Pareciera que hemos mejorado el sistema. Han sido golpes dados a través de una justicia puesta a su servicio. “La justicia como arma política”, ha definido un comentarista cívico cruceño, a esta justicia convertida en instrumento de persecución de los opositores.

Resulta que la fortaleza del MAS ha crecido tanto con la absorción del Poder Judicial en su favor, que ahora no necesita otra cosa que acusar a alguien para llevarlo a la cárcel y encerrarlo. Y lo hace con la oposición. Leopoldo Fernández está encerrado en San Pedro, sin sentencia, desde hace más de dos años, y no lo dejan ni hablar en su defensa. Y hace pocos días se ha develado una terrible conjura para tumbar al gobernador tarijeño Mario Cossío, donde han participado hasta ministros de S.E. y una punta de bellacos y tránsfugas conocidos en esferas parlamentarias. Los conspiradores han tenido que reconocer su participación en el complot porque saben que no les va a suceder nada. ¿Quién le dirá algo a la ministra de Justicia que, según Cossío, estaba en la confabulación? ¡Tendría que estar loco! En la lista para ser defenestrados están, porque le da la gana al Gobierno, los gobernadores de Santa Cruz, Rubén Costas, y del Beni, Ernesto Suárez, a quien se la tienen jurada.

Estos extraños conspiradores (primera vez que se conspira desde el gobierno para derrocar a la oposición) ya han tumbado al alcalde sucrense Jaime Barrón, quien está preso. Además han derrocado al alcalde de Potosí René Joaquino, sentenciado a tres años de reclusión. Y ahora parece que van detrás de la cabeza del alcalde paceño, Luis Revilla. Todos fueron ganadores absolutos, sin asomo de fraude. Pero el MAS ya le ha escamoteado el cargo legítimo a otros ciudadanos que habían ganado en alcaldías menores como Quillacollo, Buenavista y Warnes, por citar tres casos.

¿De qué se acusa a los gobernadores, alcaldes y cívicos? No tiene importancia. Se los acusa de cualquier cosa. ¿Pero de qué? Pues de ladrones, de malversadores, de terroristas, de separatistas y hasta de asesinos como a Leopoldo Fernández. La acusación es baladí, trivial, lo importante es la sentencia. Si los acusados están postrados ante tribunales conformados desde el Gobierno, no interesa lo que digan en su defensa. Es preferible para los acusados guardar silencio. Al final, sin ninguna chance, oirán que su pena es la cárcel y el abandono de sus funciones, donde los reemplazará un masista. El oficialismo recupera por medio de un sistema judicial venal lo que no pudo ganar democráticamente.

Con razón René Joaquino habló de que se estaba “villanizando” a los opositores. Los opositores son villanos que no tienen otro destino que la prisión. Aparecen jueces y fiscales raros, mal encarados, nunca vistos en el ámbito judicial, que son  esbirros del Ministerio de Gobierno. ¿Quién conocía al ahora célebre Marcelo Soza? Hoy es uno de los más temidos personajes. Él es quien tiene presos a supuestos separatistas y terroristas. Cosa curiosa que, por ejemplo, los ex - unionistas que se plegaron al MAS estén dichosos de la vida, y los que no, estén encerrados en pocilgas paceñas.

Los del Movimiento Bolivia Libre que combatieron al golpismo militar están ahora a merced del golpismo civil, donde fueron cómplices. Del terror a las balas han pasado al terror a la ley y están pagando cara su desatinada connivencia. Y nos viene ahora el MAS con la propaganda de que: “La Bolivia de hoy no discrimina. Todos somos iguales”. ¿Iguales en qué?

Para colmo de males una alocada denuncia alienta a que se prosiga por otro rumbo con la persecución necrófila de los restos de Marcelo Quiroga Santa Cruz. Se van a juntar los jueces y los fiscales, muy fatigados con el notición, para mandar a cavar como topos a algunos desdichados, por toda la hacienda de San Javier, a ver si es cierta la estupidez de que el finado general Banzer quiso quedarse, como trofeo bestial, con los despojos de su adversario político. Por supuesto la justicia masista ya está husmeando en pos de la viuda y las hijas del extinto presidente, para ver qué venganza tomarse.
 

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