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Opinión

“Hacia donde se incline Brasil…”

9 de Octubre, 2010
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MANFREDO KEMPFF SUAREZ

El proceso electoral brasileño ha tenido altibajos en cuanto a sus dos principales candidatos, Dilma Rousseff y José Serra, pero la sorpresa desequilibrante salió del tercer postulante en discordia, la hasta hace poco desconocida Marina Silva, quien habiendo quedado fuera de la carrera por la presidencia de Brasil, cuenta con algo más del 19% de la votación, y se supone ese voto será más afín con la Rousseff que con Serra. Queda claro en todo caso, por las cifras del domingo pasado, que la oposición continúa siendo poderosa en Brasil.

Aunque parece que la suerte está echada, habrá que esperar hasta el 31 de octubre para saber, con absoluta certeza, quién gobernará Brasil en los cuatro próximos años. Lo probable es que la moradora de Planalto sea la ex guerrillera Dilma Rousseff, mujer inteligente y eficaz que ha merecido el incondicional apoyo del presidente Lula da Silva, en quien ve a una formidable sucesora. Con casi 47% de la votación en su favor y con posibilidades de captar una buena tajada de los votos ecologistas de Marina Silva, los bolivianos ya podríamos ir pensando en el Brasil que viene, sin olvidar aquella frase del presidente Nixon: “Hacia donde se incline Brasil, irá América Latina”.

Una izquierda moderada pero emprendedora, con un populismo también manifiesto y con realizaciones evidentes en lo que hace a la reducción de la pobreza, es lo que deja Lula luego de sus dos períodos de gobierno. Ese es el reto para la Rousseff. Ser de izquierda, amar y mezclarse con el pueblo, pero aliviarle la miseria y hacerles conocer el bienestar. Nada de demagogia que al final queda en discursos. Nada de “vivir bien” y seguir viviendo como perros. Nada de abusos y atropellos contra la inversión. Eso no lo va a hacer Dilma Rousseff porque va a llegar al gobierno con mucha formación personal y enorme experiencia política. Llegará a Planalto, si se obedece a la tendencia, una estadista, no una aficionada.

Si, como se afirma, el nuevo canciller brasileño será Marco Aurelio García, resultaría conveniente que el gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia vaya tomando sus recaudos. García ya guió la política exterior brasileña como un importante consejero del presidente Lula. Sabe muy bien de qué material están construidas las cancillerías latinoamericanas y cómo se comportan. Sabe que Bolivia  jugó a las escondidas con Brasil en el tema gasífero. Y sabe, más que nadie, que también hizo de “gallinita ciega” con el narcotráfico. Por cierto que, sea o no Canciller del próximo gobierno brasileño, García ya advirtió que en la agenda de prioridades de Brasil con Bolivia,  no será el gas natural lo más importante, sino la guerra contra el narcotráfico. El mensaje es breve, pero no deja lugar a dudas.

Muchos analistas coinciden en Bolivia en que el gas natural seguirá siendo importante para Brasil – por cercano y barato – pero que ya no es indispensable hasta el extremo de obligarlo a humillarse. Ya no irá el próximo mandatario brasileño al Chapare a que lo coronen con hojas de coca. Ahí está el gasoducto y los contratos de compra no tienen por qué ser desdeñados porque convienen a ambas naciones. Pero el otro ducto que va de mano en mano, clandestinamente, selva traviesa, llevando toneladas de cocaína a muy buen precio, es posible que tenga problemas. Si el gas boliviano lleva luz y energía a Brasil, la droga lleva oscuridad y muerte. Y no es un lirismo cursilón, sino una realidad que cada día cuesta más muertes por el vicio que atrapa a la juventud y por las balas de los narcotraficantes en las favelas de Río y fuera de ellas.

Si lo probable es que la señora Rousseff sea la próxima mandataria brasileña, don David Choquehuanca debería poner a trabajar a full a sus nuevos diplomáticos, para ahondar en todas las posibilidades que están abiertas con Brasil, ya sea para asegurar la venta de gas natural, la instalación de plantas fronterizas conjuntas generadoras de energía, el intercambio comercial con el Matto Grosso, la cooperación mutua en la Hidrovía, y, sobre todo,  revisar nuestra participación en el gigantesco proyecto de las represas del Madera. Si no entramos en el proyecto del Madera, Brasil lo realizará solo de igual forma, inundando parte de nuestro territorio aunque lloren los ecologistas.

Si el triunfo en la segunda vuelta le correspondiera a José Serra – algo muy poco probable – las relaciones con Brasil no cambiarían sustantivamente, salvo con el narcotráfico, para lo cual Serra ya ha anunciado, durante toda su larga campaña electoral, una política dura en la frontera con Bolivia que tendría la virtud de cortar las vías de exportación de cocaína manejada por todos los  maleantes bolivianos y extranjeros que han sentado su poder en Bolivia.

La democracia brasileña, con luces y sombras como todo sistema, muestra una gran fortaleza. Es para sus vecinos un ejemplo muy importante. Influye sobre todos. Bolivia debería estar preparada para obtener los mayores beneficios de esta nación de la que dicen que hacia donde se incline, irán el resto de los países latinoamericanos.

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