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Opinión

No tengo plata

29 de Abril, 2024
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GERMÁN MOLINA DIAZ

La presente narrativa se refiere a una experiencia vivida durante los primeros años de la década de los años sesenta del siglo XX. Cuando alguna vez venía a recogerme a mi escuela mi mamá Rosa me sentía feliz y le pedía que me comprara alguna cosita, ella me miraba con sus ojos de ternura y tristeza porque no podía complacerme y me decía “no tengo plata”, que en ese momento no comprendía, pero lo aceptaba. 

Mi curiosidad fue averiguar por qué no tenía plata y le pregunté a mi papá Jesús y el respondió que la elevada inflación de mediados de los años cincuenta le afectó su economía y perdió toda la mercadería que tenía en su tienda de bazar, que cerró porque no tuvo la previsión de tomar la decisión de elevar los precios de sus artículos siguiendo el comportamiento acelerado de la tasa de inflación, ajustando al nuevo precio de adquisición de reposición de la mercadería más la tasa esperada de devaluación y su margen de ganancia para fijar el precio  al consumidor y reponer inmediatamente las existencias y, como no procedió de esa forma, quebró y buscó realizar otra actividad, entonces comprendí el significado y las consecuencias de “No tengo plata”,

Esta experiencia seguramente la vivieron muchas personas a lo largo del tiempo en algunas oportunidades y circunstancialmente en el mes de abril de 2024 (siglo XXI), en pleno proceso de la cuarta revolución industrial, de la robotización y la economía digital que vivimos.

Somos los protagonistas de este nuevo escenario en el que supuestamente no existiría que las familias respondan a sus hijos con la frase de “no tengo plata” cuando su primogénito le pidiera que le compre algo al salir de su escuela; sin embargo, nuevamente está volviendo a suceder ahora este hecho que me pasó de niño, ahora en otro niño que casualmente me enteré cuando caminaba por la avenida Camacho, de la ciudad de La Paz, y escuché a una madre que le decía a su hijo: “no tengo plata”, esto me remontó al pasado que tuve y me permite inferir que la actividad económica de nuestro país transita por  un lento proceso y menor dinamismo, como sucedió en varias ocasiones en el pasado, de acuerdo a nuestra historia económica. 

Las empresas públicas y privadas también están afectadas en las actividades de corto y largo plazo que desenvuelven en la presente gestión y que van perdiendo dinamismo, con déficit de liquidez para atender sus gastos.

El sector privado viene tomando sus decisiones según los resultados de sus estados financieros, el comportamiento de las variables macroeconómicas de crecimiento económico, tasa de inflación, déficit fiscal, tipo de cambio, flujo y stock de reservas internacionales (RIN) del BCB, impuestos, financiamiento por parte de las utilidades de los bancos privados para financiar una política redistributiva del gobierno que no tienen liquidez para cubrirlo. 

Además, el proyecto de ley para incrementar la renta de jubilación a un sector jubilado, con aumento de los aportes de los actuales cotizantes privados, es una política redistributiva gubernamental que debe ser financiada con recursos fiscales y -como no pueden- disponen que sean los privados, siguiendo el refrán “del mismo cuero sale la correa”, etc. Los empresarios analizan su previsión a futuro acerca de sus actividades económicas para asumir decisiones, buscando su supervivencia hasta tomar una decisión final desi continúan o no, y aún afectados recientemente con la aprobación de un salario mínimo nacional de Bs2.500 y 3 por ciento retroactivo desde enero 2024 al haber básico, de modo que serán afectados en sus estados de resultados, porque “no hay plata”.     

El sector público desde el 2014 hasta el 2024 registra un elevado déficit fiscal respecto al Producto Interno Bruto (PIB) acumulado de 84,39 por ciento, por mantener un elevado gasto público que no puede ser financiado con recursos genuinos, porque “no hay plata” y, para cubrir la brecha faltante, recurre al endeudamiento externo e interno que al inicio es un ingreso de recursos en dólares y, cuando se cumplen los vencimientos según los plazos establecidos en contratos, significa una salida de dólares para pagar los intereses y la amortización del capital. 

Respecto a nuestras exportaciones (que son el salario y la fuente de ingreso de divisas al país, recibidas del resto del mundo que compra nuestros bienes), para participar como ofertante en el mercado mundial tenemos que sembrar todas las actividades económicas en todos los sectores en términos de flujo (exportaciones) y stocks (yacimientos mineros e hidrocarburíferos con certificación de reservas e inversión de nuevos campos, frontera agrícola sembrada, cosechada y almacenada en silos, etc.), y para que la cosecha económica sea fructífera, permanente y además crear un Fondo Soberano (FS), con los recursos extraordinarios, originados en el ciclo de bonanza e invertidos en acciones de empresas internacionales sólidas y rendimiento atractivo para el país, de modo que únicamente se utilizarían los ingresos generados por el pago de intereses que reciba el FS en casos excepcionales.

Las importaciones son un gasto internacional que implica salida de divisas para comprar insumos, maquinaria, equipos y alimentos que requiere el país, por lo tanto, es importante tener suficiente flujo y stock de divisas generados por la cosecha económica y obtenida por nuestras exportaciones para participar del comercio exterior, que al 31 de diciembre de 2023 las RIN del BCB alcanzaron a $US1.709 millones, cifra muy distante de la registrada el año 2014 que fue de $US15.123 millones y cercana a la de 2006 de $US3.178 millones y al “no hay plata”. 

Durante el período 2015-2023 la balanza comercial acumulada en nueve años alcanzó un déficit respecto al producto interno bruto de 43,4 por ciento, porque se importó bienes por encima de nuestras exportaciones.

Bolivia en la actualidad se caracteriza por tener déficits gemelos de balance fiscal y balance comercial, y esto significa que “no hay plata”.   Por otra parte, los déficits gemelos permanecen nueve años y al ser un tiempo prolongado tiene sus consecuencias no favorables en la inversión y el consumo, por la desconfianza de los consumidores y empresarios acerca del modelo económico, política económica y sus resultados.

La economía boliviana es pequeña porque apenas representa un 0,0447 por ciento respecto del total de la economía mundial y es sumamente abierta porque nuestra producción depende en 67,8 por ciento de la demanda externa.

Las personas tienen su propio interés e incentivos para seguir según su proyecto de vida y observando su realidad concreta, para tomar una decisión económica que, si le va bien, consume y ahorra, y “hay plata”; mientras que, si le va mal, des ahorra hasta realizar otra actividad o espera a que se resuelva sus dificultades, porque “no hay plata”. 

Las finanzas públicas están condicionadas al comportamiento del contexto externo, que es un factor que afecta a nuestras exportaciones generadoras de dólares, a las importaciones como erogación de dólares, y al desenvolvimiento del contexto interno conformado por personas y empresas que producen bienes y servicios que es una parte de la respuesta a la pregunta ¿Por qué no hay plata? y actualmente afectan a las familias, empresas, el sector público, exportaciones e importaciones.

Otro factor es la condición necesaria y suficiente de “poner la casa en orden”, utilizada por algunos países y por algunos financiadores internacionales que exigen para la otorgación de crédito externo y se refiere a que un país tiene que caracterizarse por: cuentas fiscales equilibradas, balanza comercial equilibrada, un flujo y stock de dólares del BCB suficiente, que sostenga un régimen cambiario como es el caso de nuestro país (con un tipo de cambio fijo vigente desde noviembre del 2011 hasta la actualidad de Bs6,96 por $US1), que se destinará al pago de las importaciones, honrar el servicio de la deuda externa y amortización del capital; que todos los ciudadanos que quieran comprar dólares en el sistema bancario y casas de cambio lo consigan sin dificultad; un sistema financiero fortalecido con adecuación patrimonial igual o por encima de lo señalado por la ASFI y una mora bancaria baja, crecimiento económico, baja inflación, bajo desempleo,  índice de pobreza y desigualdad del ingreso disminuyendo, protección del medio ambiente, vigencia de los derechos humanos, funcionamiento de los pesos y contrapesos de los Órganos del Estado  y gobernanza gubernamental. Si no se cumple todo lo señalado,  la economía tiene problemas económicos y que necesariamente la gestión gubernamental tiene que “poner la casa en orden”.

El déficit de la balanza comercial disminuye la disponibilidad de liquidez en moneda nacional y en dólares, al ser escaso surge un mercado paralelo del dólar que al 27 de marzo del año en curso está en Bs8,50 por $US1, y que ocasiona que los precios de los bienes nacionales e importados se eleven de acuerdo a la cotización del dólar paralelo y no a la tasa de inflación, hecho económico objetivo que afecta a todos los consumidores en su restricción presupuestaria (ingresos) y tendrá un impacto directo en las expectativas inflacionarias al alza.

Las finanzas públicas son deficitarias porque se gasta más que los ingresos y esta situación se mantendría porque es parte del modelo económico y su política pública durante el período presidencial de acuerdo a la Constitución Política del Estado (2009), y la gestión gubernamental continuaría aprobando medidas administrativas de carácter económico, en la misma dirección que vino realizando desde su inicio el partido que está en función de gobierno (2006) y postergando el “poner la casa en Orden”

Durante el período 2015-2023 la balanza comercial acumulada en nueve años alcanzó un déficit respecto al producto interno bruto de 43,4 por ciento, porque se importó bienes por encima de nuestras exportaciones y Bolivia está abarrotada de mercaderías de procedencia China, legalmente y por contrabando, muy por encima de las preferencias de los consumidores nacionales 

Bolivia en la actualidad se caracteriza por tener déficits gemelos de balance fiscal y balance comercial, a lo que nos condujo la adopción del Modelo Económico Social Comunitario Productivo (MESCP), política económica y sus resultados,  y llevó a lo que recién reconoció públicamente el presidente Luis Arce el domingo 28 de abril de 2024[1] a casi un año y medio de finalización de su mandato, durante la inauguración del XX Congreso Ordinario de la Federación Departamental Única de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de La Paz: que Bolivia ya no tiene gas natural y que, por lo tanto, no se tienen los recursos económicos que se tenía antes señalando: “ Hoy no tenemos la plata que teníamos antes, el gas se ha agotado, estamos recién volviendo a hacer exploraciones para ver si hay más gas”, es una declaración y reconocimiento oficial de la frase “no tengo plata”.   

Continuar manteniendo los déficits gemelos comercial y fiscal prolongados, tiene sus consecuencias no favorables en la inversión y el consumo por la desconfianza de los consumidores y empresarios acerca del modelo económico, política económica y sus resultados.

La decisión de resolver los desequilibrios económicos de la economía boliviana es una responsabilidad de la actual administración gubernamental considerando el contexto externo e interno y de “poner en orden la casa” porque “no tengo plata”.

El autor es economista, miembro de número de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas, docente de la UCB e Investigador asociado del Instituto de Investigaciones Socio Económicos (IISEC) de la UCB.

[1] http://www.noticiasfides.com/ecor fecha 28/04/2024.

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