La Paz, 1 de junio de 2022, (ANF).- La pandemia dejó consecuencias emocionales en niñas, niños y adolescentes. Esta población vivió la pérdida o enfermedad de un ser querido, el encierro, situaciones de violencia, y tuvo que lidiar con una nueva modalidad de clases como la educación virtual o no pudo acceder a espacios educativos por falta de equipos tecnológicos e internet. Estos aspectos, en muchos casos, dieron lugar a trastornos emocionales como la depresión y la frustración en los estudiantes.
Ante este panorama, la oficial de Protección de Plan International Bolivia, Doris Baldivieso, da seis recomendaciones para contrarrestar el estrés, la depresión y otros aspectos emocionales que trajo la pandemia; considerando que este año las niñas, niños y adolescentes retornaron a clases presenciales y actualmente en Bolivia probablemente se ingrese a una quinta ola por COVID-19.
“Los papás y mamás tienen que estar atentos a los cambios de conducta de sus hijos e hijas, como cuando se encierran o se enojan, que pueden ser alteraciones hormonales de la adolescencia, que ni ellos mismos entienden, pero si hay cambios bruscos, deben llamar la atención de los padres”, advierte Baldivieso.
Las madres, padres o tutores deben darse cuenta de qué es lo que les pasa a sus hijos, que, por lo general, tienen la dificultad de decir lo que sienten, ya que no tienen todos los elementos para manifestar con claridad sus emociones, por lo que muestran comportamientos distintos.
Recomendaciones
1. Escuchar sin regañar. Lo primero que debe hacer el padre o la madre o tutor es escuchar lo que dice el niño, la niña o el adolescente, dejar que hable, pero si eso le genera angustia, la opción es que escriba o dibuje, para luego conversar de por qué los cambios, pero sin regañar.
2. Tranquilidad en la escucha. Lo segundo es la tranquilidad que debe tener el tutor al momento de empezar el diálogo, no solo de él, sino también de su hijo, ya que es posible que esté enojado por una llamada de atención del maestro o de alguien, de lo contrario hablará desde su enojo o decepción.
“Su prioridad es saber qué le pasa a su hijo, de porqué sus malas notas, de porqué se cortó las manos; tiene que indagar de manera tranquila, escuchando y respetando los tiempos”, apunta Baldivieso.
3. No juzgar. Lo peor que un padre, madre o tutor puede hacer es juzgar, hacerle notar, castigarle o decirle a su hijo, por ejemplo: “Desde que te juntas con esos amigos, andas mal”, “ya no te juntes con este chico”. A partir de esta valoración, lo que demuestra el progenitor es desconfiar en su hijo y culpa al amigo, lo cual genera sufrimiento, enojo y, a veces, mayor rebeldía, dice la Oficial de Protección del Plan Internacional.
4. Sus problemas son importantes. Un cuarto aspecto es tomar importancia a lo que cuenta el hijo o hija, esto incluye el respetar su silencio en el momento de la conversación. Si llora, se debe esperar, porque hay algo que le hace sufrir y no sabe cómo resolverlo; decirle que lo solucionarán juntos es una forma de darle importancia a lo que dice el niño, la niña o adolescente.
5. No dar lecciones. Es decir, cuando el hijo o hija cuenta un problema, es un error responder: “Eso no es grave, si vieras que tenía que sufrir yo”, esto es minimizar el conflicto por el que pasa, que puede ser efímero para el adulto, pero doloroso para la niña o el niño.
6. Comunicar emociones. Y el sexto elemento que debe saber el padre o la madre es enseñar a su hijo a comunicar, decirle qué le gusta y qué no al momento de la conversación.
La importancia del diálogo
Según Baldivieso —psicóloga clínica— estos seis pasos ayudan a abrir un espacio de diálogo con las niñas, niños y adolescentes, pues, con la pandemia y el encierro, estos vivieron una situación de pérdida de amigos, de su libertad y de su espacio.
Resalta que las casas no son palacios con amplios espacios, al contrario, a veces, compartieron una sala entre tres hermanos, el papá en la cocina y la mamá en el trabajo. Todo ello generó problemas de salud mental, como la depresión, que, justamente, es no poder decir lo que a uno le pasa, el no expresar en palabras los sentimientos y empieza a sentir un vacío y no identificar solución a nada; lo cual, en casos extremos, puede terminar en la muerte.
La falta de socialización de los hijos e hijas, en este momento post aislamiento, es una llamada de atención para los padres y madres de familia. La experta explica que con la conexión de las redes sociales han establecido relaciones con personas desconocidas que supuestamente les entienden, les escuchan y les comprenden, pero hay un riesgo, el caer en una situación de trata, de violencia o de secuestro, porque hábilmente va separando a las víctimas de sus entornos.
“Si un hijo o hija deja de jugar fútbol o deja de salir con su bicicleta, más bien le gusta quedarse solo, encerrado, pegado a su celular horas y horas, es una llamada de atención para los padres y madres”, reitera la oficial de Plan International.
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