El 25 de septiembre de 2011, en la localidad de Chaparina se desató una represión policial para evitar que la marcha continúe. Pasaron nueve años desde que un contingente de más de 500 policías fuertemente armados atacaron a los marchistas: hombres, mujeres, ancianos y niños indígenas que se encontraban en un campamento instalado en la localidad de Chaparina.
Ese domingo, como narran los indígenas que participaron de la marcha, se desató una brutal represión. Con gases lacrimógenos, golpes y patadas se trató de desarticular el movimiento indígena.
A causa de esa violencia varios menores corrieron asustados a esconderse, y en ese momento, perdidos y sin padres, solo encontraron refugio en casa de Don Chino, un "héroe" silencioso, que los acogió en su propiedad, los alimentó y cuidó.