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Nacional Seguridad

Para encontrar a Añez y Núñez, Policía ejecutó allanamientos y arrestos a más de seis personas

En esos momentos llegó su hijo, David Fernando, no lo dejaron pasar, lo agredieron, ya habían ido agentes a la casa de éste, habían derribado puertas, y no lo habían encontrado “¿Por qué fueron a la casa de mi hijo?”, se preguntó Julio mientras fumaba otro cigarro.
31 de Marzo, 2021
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Sede de la FELCC de Trinidad. Foto: RG
El en video, momentos en que policías de civil arrestan al hijo de Yerko Núñez.
Por Ricardo Gutiérrez

La Paz, 31 de marzo (ANF).- La expresidenta Jeanine Añez y dos de sus exministros fueron detenidos en Trinidad entre el 12 y 13 de marzo, junto a ellos media docena de personas fueron arrestadas, perseguidas y varias de ellas hasta agredidas físicamente.

Uno de ellos es Julio Rivera, un hombre de carácter tranquilo, de hablar apacible, su tez está curtida por el trabajo, y sus palabras siempre llevan algo de formalidad, rastros de su educación eclesiástica.

En Trinidad, Rivera es un reconocido erudito en materia de historia y cultura. Trabajó toda su vida en el vicariato del Beni y tiene un contacto permanente con las organizaciones indígenas. Está casado con una reconocida poetisa, Selva Velarde, presidenta de la Casa de la Cultura del Beni.

Hace casi tres semanas, más de una veintena de policías irrumpieron en su casa, hostigaron a su esposa, y lo detuvieron violentamente sin mostrarle ninguna orden de aprehensión, ni otorgarle sus derechos fundamentales. Se lo acusó de estar relacionado con la expresidenta Jeanine Añez, a quien capturaron horas después de haberlo detenido a él.

Julio había salido de su casa cerca de las 9 de la noche, llegó hasta la casa de un amigo, para entregarle un libro, en ese momento recibió una llamada de su esposa, extraña en el tono, lo que levantó la sospecha de que algo no andaba bien.

“Fui solo a dejarle un libro, me llamó Fanthy (así le dice a su esposa), me preguntó dónde estaba y luego cortó la llamada sin decir nada más, eso me pareció extraño”, recordó Julio.

Lo que él no sabía es que una veintena de policías estaban en su casa, y que su esposa lo había llamado porque así se lo ordenaron, y una vez recibida la respuesta que esperaban, le quitaron el celular sin permitirle decir nada más.

En este momento del relato, Julio parece quebrarse, nervioso empieza a fumar casi de manera compulsiva, explica que no sabía que ya le habían quitado el celular a su esposa en ese momento, que habían irrumpido en su casa, que habían sacado de su cuarto a su esposa que ya se encontraba a punto de dormir, sin uniformes de policía, sin ninguna orden ni un fiscal, sin dar explicaciones.

Recuerda que se apresuró a llegar a casa, pero ya su vivienda estaba “tomada”: autos, agentes de policía, mucha gente en su patio; en su casa, cuando él se abrió paso entre ellos, lo detuvieron e increparon.

“Me empiezan a decir que yo ya sé porque estaban ahí, que hable para no complicar mi situación, me empiezan a gritar, a hablar muy fuerte, yo les digo que se calmen, que no griten, entonces uno de ellos me dice, ‘donde va…va a tener harto tiempo para gritar’”, recuerda Julio.

En esos momentos llegó su hijo, David Fernando, no lo dejaron pasar, lo agredieron, ya habían ido agentes a la casa de éste, habían derribado puertas, y no lo habían encontrado “¿Por qué fueron a la casa de mi hijo?”, se preguntó Julio mientras fumaba otro cigarro.

Al final, Julio recuerda como lo subieron a un auto, lo llevaron a las oficinas de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), lo interrogaron por horas, “en ese momento me dijeron que yo había ayudado a escapar a la expresidenta, que vieron mi camioneta escoltando al vehículo de la exmandataria en las cámaras de un surtidor, me preguntaron por qué cargué un bidón de gasolina”, refiere Julio Rivera.

Luego de varias horas -Julio no sabe cuántas- lo dejaron salir, habían detenido a la expresidenta y comprobado que no tenía nada que ver con ella. Para esa hora también habían liberado a su hijo, David Fernando.

“No mostraron ninguna orden, sus uniformes eran como los que usan los que revisan la luz, no me dieron sus nombres cuando se los pedí, a mi hijo lo golpearon, se metieron a su casa, rompieron puertas; enviamos una carta al comandante de la policía para exigirle una disculpa, no lo ha hecho, ¿Quién me asegura que no lo volverán a hacer?”, menciona Julio al final de la entrevista.

Ese 12 de marzo, junto a Julio, su esposa y su hijo, también fueron detenidos dos sobrinos de la expresidenta, y una sobrina embarazada, ellos prefieren guardar silencio, tienen miedo, declararon en las redes haber sido sometidos a tortura para revelar el paradero de la exmandataria.

Los días que siguieron hubo más intervenciones en la ciudad de Trinidad, arrestos, ingreso a casas de por lo menos tres personas más, cada una con su propio relato, su propio calvario, con miedo por sus familiares. Los agentes hicieron uso de la fuerza, vestidos de civil, no mostraron ninguna orden oficial, y en alguno de esos casos tampoco se identificaron.

Antonio Núñez: “Me hicieron firman hojas en blanco”

Entre las exautoridades detenidas el 12 de marzo figuraba el nombre de Yerko Núñez, pero no fue capturado hasta la fecha y posteriormente se declaró en la clandestinidad. Durante las últimas semanas, en Trinidad, se sucedieron detenciones y allanamientos en busca de la exautoridad.

Otro caso conocido fue el de Antonio, hijo del exministro, Yerko Núñez, detenido en un céntrico restaurante de la capital beniana.

“No estaban con ninguna identificación, estaban vestidos de civil (las personas que me detuvieron), las movilidades eran privadas (…) me decían que tenía que ayudar a dar con el paradero de mi padre, que por el hecho de ser mi padre yo tenía que saber dónde estaba él”, recuerda Antonio.

Una vez detenido, fue llevado hasta el hotel donde se alojaba, buscaron indicios para dar con el paradero del exministro y luego lo llevaron a la FELCC. Estando allí, según su relato, lo obligaron a llamar a su padre desde su celular para saber dónde se encontraba.

“Me decían que tenía que ayudar a dar con la ubicación de mi padre, caso contrario mi novia estaría en muchos problemas, que se le harían juicios penales tanto a ella como a su familia, que la involucraría a ella y sería la que tendría las consecuencias”, dice el joven de 20 años.

Refiere que ninguno de los civiles que lo arrestó se identificó ni le dio su nombre. “Le pedí su nombre al fiscal, me lo dijo, le pedí el apellido y entonces dijo ¿por qué tantas preguntas?”, refiere.

Luego de horas de interrogatorio, al momento de liberarlo, le quitaron sus celulares y lo obligaron a firmar cinco hojas en blanco.

Al preguntarle si tuvo miedo, él responde: “por supuesto que sí, me sentí en riesgo porque en primer lugar estaba solo, con dos personas desconocidas que me hacían preguntas y sentí mi seguridad en riesgo”.

Quienes lo detuvieron, llegaron en pleno almuerzo el día del Padre.

Yamil Farah y Rodolfo Gutiérrez, son amigos cercanos, sus familias suelen reunirse en fechas especiales, en este caso en particular, se reunieron para celebrar el día del padre en la casa del padre de Rodolfo.

La situación aquel día se tornó complicada, el preciso momento en que ambas familias estaban por empezar a almorzar, una docena de agentes de policía vestidos de civil tocaron a la puerta.

Los policías “llegaron a la casa de mi padre, tocan el timbre y preguntan por mí. Entonces yo los saludo con unos buenos días y (les) pregunto ¿a quién buscan? Responden: ‘a tu padre’, yo aún con dudas le pregunto (a uno de los agentes): ¿Qué se llama mi padre?, sin respuesta me dicen que por favor le hable (lo llame). Le pregunté su nombre y (el policía) me dije Gabriel. Entonces sale mi padre y le dicen que estaban en busca del doctor Yamil Farah, un allegado a Yerko Nuñez”, relata Gutiérrez.

“El agente dijo que ellos habían pensado que lo teníamos escondido en mi casa (a Nuñez), causando nerviosismo en toda mi familia ya que nos encontrábamos celebrando el día del Padre y ellos no tenían ninguna identificación visible, pero ante tanto nerviosismo solo uno de ellos presentó su identificación”, recuerda.

Para evitar que la situación siguiera empeorando, Farah salió a hablar con los policías, y éstos le pidieron que los lleve hasta su casa para revisarla. Sospechaban que Yamil Farah escondía a Yerko Nuñez en ésta.

“Yo acepté, no me mostraron ni una sola orden para hacerlo, pero lo hice porque sabía que si me negaba lo harían igual”, relata Yamil Farah.

Rodolfo, temiendo por la seguridad de su amigo Yamil decidió acompañarlo cuando los policías deciden llevarlo.
“Mi hija lloraba, no quería que vaya, ambas familias estaban muy preocupadas”, recuerda Gutiérrez.

Una vez en casa de Farah los agentes revisaron el domicilio, los cuartos, el patio, escudriñaron todos los rincones, y al final le pidieron a Yamil que firme una hoja escrita a mano por uno de los agentes, donde les daba autorización para revisar su casa.

“Ellos ya sabían dónde vivía, al parecer conocían como entrar a mi casa, me siguieron por mi amistad con el exministro”, asegura Farah, abogado de profesión.   

Casi una decena de personas fueron abordadas, arrestadas o sus domicilios allanados durante las últimas semanas en Trinidad. De acuerdo a los testimonios, los agentes no tenían identificación, vestían de civil y tampoco se movilizaban en vehículos oficiales.

Como mencionó Julio Rivera, en todos los afectados está presente el miedo de que en cualquier momento les pueda volver a suceder este abuso.

/ANF/

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    Detenciones arbitrarias en el Beni