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Nacional Política

Autogestión, under y vanguardia en Bolivia

En el aniversario patrio ANF presenta cuatro proyectos que se han convertido en centros culturales autónomos sin ayuda del Estado. Arterias Urbanas, Snack Tía Ñola, Simbiosis Cultural y CasaTaller son ejemplos exitosos de otras miradas sobre gestión cultural en Bolivia.
4 de Agosto, 2017
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Simbiosis Cultural es un espacio de contención política.

María José Ferrel

La Paz, 5 de agosto (ANF).- Arterias Urbanas y Snack Tía Ñola desde Santa Cruz, CasaTaller desde La Paz y Simbiosis Cultural desde Buenos Aires, en Argentina, consolidaron colectivos muy cerca a convertirse en centros culturales autónomos.

Estos emprendimientos son espacios de contención política,  reflexión y creación artística. Algunos con fuerte incidencia territorial, otros destacan en la formación integral de futuras generaciones; siempre desde la autogestión.

Teatro, festivales y cuñapes en Tía Ñola

“Se necesitan centros culturales que funcionen porque los espacios oficiales son como los colegios u hospitales, está el edificio pero no hay ítem”, dice Ariel Vargas, que junto a su familia el 2014 fundó un proyecto híbrido donde ofrecía típicos horneados cambas y una curaduría permanente de obras de teatro para Santa Cruz.

Ubicado en el Casco Viejo cruceño, Tía Ñola apuntala el movimiento en Artes Escénicas de esta ciudad. En dos años presentó más de 300 obras, cinco festivales y varios talleres.

“La gente hizo suyo este emprendimiento. Los artistas se fueron sumando y el proyecto evolucionó”, explica Vargas.

La apropiación del proyecto por parte del público y de los artistas hizo mutar el espacio hacia la danza, fotografía, cine y literatura. Esta última tiene un circuito los miércoles, con discusiones entre escritores, dramaturgos y asistentes. Además gestionó una residencia en teatro fundamental  para el país  coproduciendo obras junto a teatristas de diferentes regiones, creando una red de convivencia e intercambio.

También desde Santa Cruz, con más de ocho años de trabajo ininterrumpido, Arterias Urbanas conecta la movida cultural del centro cruceño con la periferia donde tiene incidencia con el público barrial de mayoría adolescente.

A partir de la confluencia de lenguajes, crean lazos entre diversas comunidades artísticas nacionales que pasan por su galpón ubicado en el 5to anillo del Barrio Oriental.

“Para nosotros el arte es una herramienta de transformación social, bajo ese criterio trabajamos en grupo”, comenta Katherine Copa, encargada del proyecto “Mi Escuelita de Arte”.

“La parte humana es fundamental, nos relacionamos mejor, tratamos de llevarnos bien, compartir y juntarnos para hablar del futuro”, indica Kathy para quien la horizontalidad es fundamental. El colectivo organizó la toma cultural del Bicentenario “Ikandiré”, el proyecto Mochilarte, la muestra Interlandaje, además del Manifiesto Urbano y las microcápsulas culturales ART30, ejemplos de proyectos populares exitosos.

Kathy duda si tener estructura formal conviene al colectivo e identifica el tema de género como una debilidad a potenciar.

“Somos un colectivo horizontal, sin jefes, entonces no sé si es debilidad o fortaleza el tener personería jurídica”, dijo.

Desde San Pedro para el Mundo: CasaTaller

En CasaTaller se intercambian experiencias desde la creación. Después de seis años de trabajo en formación, producción, investigación, difusión lograron acumular el capital simbólico suficiente para que nuevas propuestas de calidad sean tomadas en cuenta en el país. El mayor aporte del colectivo es que produce e incentiva la música nueva.

“La creación de nuevas propuestas artísticas es indispensable para que una sociedad sea sana. En el ámbito de la música existen diferentes campos, probablemente el más grande sea el de la interpretación, la mayor parte de los músicos son intérpretes, y esto está muy bien. Pero si no existe la contraparte, los que crean, los compositores y compositoras, nos volvemos una sociedad de repetidores sin identidad”, indica Canela Palacios, parte del colectivo ubicado en el barrio de San Pedro en La Paz.

La Escuela de Composición es uno de sus proyectos más destacados, donde formaron a varios jóvenes que estudiaron con maestros nacionales y extranjeros.

Pasaron por sus aulas Edgar Alandia, Alberto Villalpando y Agustín Fernández, de Bolivia; Jorge Diego Vásquez y Luciano Giambastiani, de Argentina; Daniel Leguizamon, Melissa Vargas y Rodolfo Acosta, de Colombia; Alessandro Perini, de Italia; y, Alexander Grebtschenko de Bulgaria. Palacios junto a Miguel Llanque y Sebastián Zuleta como profesores permanentes.

Otros proyectos importantes de CasaTaller son el Conjunto Muruqu, que se dedica al estudio e interpretación de músicas aymaras y quechuas, el Ensamble Maleza, trabaja con música contemporánea, también los grupos de música popular Ramona y los paradigmáticos y Zuleta Balvulard.

Los “jodidos bolitas” crean Simbiosis Cultural

Simbiosis Cultural es un espacio de contención política que nació desde la lucha de los migrantes bolivianos para la construcción del sujeto político en Buenos Aires, Argentina. El colectivo tuvo importante presencia en el caso del incendio del taller textil Luis Viale.

“La mayoría de nosotros vino a trabajar en el rubro textil por lo tanto es algo que nos marca como colectivo. Siempre laburamos el tema textil con la intención de salir de la victimización. Creemos importante trabajar desde el sujeto político y tomar nuestras propias decisiones en cuanto a la modificación de nuestras formas de trabajo y de vida aquí en Argentina”, adelanta Delia Colque, quien junto a su pareja, Juan Vásquez, son pilares fundamentales del colectivo.

La cultura, como tema transversal para salir de estereotipos y roles de encasillamiento, es uno de los motores de trabajo del grupo.

“Se reduce la cultura boliviana a lo folclórico, a las danzas, al huayño, pero Bolivia no es solamente eso”, afirma Vásquez.

El colectivo fundó la editorial cartonera “Retazos” que ya tiene varias publicaciones. Crearon una nutrida biblioteca gracias a donaciones en Bolivia y Argentina, ésta funciona en Casona Flores y próximamente preparan un Festival de Cine Boliviano en Buenos Aires.

“Las luchas por la diversidad sexual, las ganas de ocupar las calles al grito de justicia. Pero el primer gran paso fue salir de la mirada y la postura victimista. A partir de allí se vieron algunas cosas más claras. Pasamos horas hablando por radio, cosiendo libritos, editando. Eso somos, interrogantes, dudas, broncas, luchas, todas juntas y revueltas. Somos “unos jodidos bolitas”, como se hacen llamar, finaliza el manifiesto de nacimiento del grupo que pronto cumplirá 10 años.

La historia de los cuatro colectivos es parecida a la de muchos otros emprendimientos de artistas que confían en la cultura hecha a pulmón y no tienen miedo de moverse desde los márgenes, la periferia o lo “under” para lograr sus objetivos. Para ellos hacer país, hacer unión, es vivir gracias a un pacto entre el arte y la vida como ejemplo.

/MJF/

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    Cultura