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Nacional Política

Antipersonaje: El llunk'u oficialista y opositor

Los hay de uno y otro lado. Son aduladores y desprovistos de capacidad crítica. Fingen ceguera y sordera. Sus principales enemigos son los profesionales meritorios.
30 de Diciembre, 2016
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Foto: ANF
Mery Vaca

La Paz, 30 de diciembre (ANF).- Entre los masistas es conocido popularmente como “amarrahuatos”, entre los opositores es “lluk’u” a secas. Es el ciudadano que vive de la peguita que consiguió en el Estado y que, para preservarla, le lleva el maletín al jefe, le tira el saco y hasta le ata los cordones de los zapatos, como hizo aquel encargado de seguridad con el presidente Evo Morales.

En rigor, esa es una caricatura del llunk’u de la política. El verdadero llunk’u mantiene el nivel y, en vez de amarrar huatos o tirar el saco del jefe, lo que hace es adularlo hasta hacerle perder la perspectiva de la realidad. Le dice que es el elegido, el designado, el único capaz de gobernar el país. 

La descripción aplica tanto a los llunk’us oficialistas como opositores.

El llunk’u no está para hacerle notar sus errores al jefe, ni está para contarle malas noticias. Está para decirle que el país entero lo aclama y que, si de casualidad hubiera escuchado alguna crítica o voz disidente, se trata de los enemigos políticos, ya sean los vendepatrias de siempre o los masistas devenidos en dictadorcillos. Eso dependiendo del cristal con el que mire el llunk’u de la política.

El llunk’u está obligado a adular porque sabe que su vida depende del dedo de su jefe. De nada sirvirían su maestría o su doctorado si el jefe no lo nombrara en el carguito que ostenta.

En el caso de Evo Morales, los llunk’us que le rodean le hacen creer que él y nadie más que él puede ser el candidato del MAS. Se deshacen en adjetivos, entre los que no puede faltar, “el mejor presidente de Bolivia”, “el jiliri irpiri”, “el gran conductor del proceso de cambio”, “el único”, “el hijo de Orinoca”.

Le componen himnos, le construyen museos, le hacen estatuas a sus padres, le imprimen libros. Lo veneran en público para que quede claro que ellos sí merecen el cargo.

El llunk’u masista no puede dejar de asistir a las concentraciones populares donde está el jefe, no puede dejar de retuitear al jefe, no puede olvidar su bandera y no debe poner mala cara cada vez que le descuentan un porcentaje del sueldo para hacer campaña. 

En cambio, el llunk’u opositor es un veleta. Dependiendo de quién proyecte un mejor liderazgo va migrando de un lado al otro. De Samuel a Rubén, de Rubén posiblemente a Mesa. Así hasta quedar bien ubicado. Su animal favorito es el gato porque, igual que él, siempre cae parado y tiene siete vidas, porque fue capaz de sobrevivir a Banzer, a Goni, a Tuto, a Samuel, a Rubén, a Luis Revilla y tal vez también sobreviva a Mesa.

Los llunk’us no tienen ética, ni principios, ni amor por la patria. Lo único que les mueve es el interés personal.

Los llunk’us fingen ceguera y sordera para no registrar los errores de sus jefes y eso los convierte en seres obsecuentes que atrofiaron su capacidad crítica y archivaron la dosis de raciocinio que la vida les regaló.
 
Sus principales enemigos son los profesionales que destacan por sus méritos, a los que combaten con las armas más bajas, como la insidia, el chisme o el montaje de algún casito para el escándalo. 

Los llunk’us le hacen daño al país porque, sin ser capaces, son nombrados gerentes, directores, jefes de unidad. Y, eso, puede llevar al país a situaciones límite, como no tener agua ni siquiera para tomar.

/MVV/

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    Anuario 2016,Antipersonaje el llunku de la política