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Iglesia

Mons. Eugenio Scarpellini, protagonista para la pacificación de Bolivia tras la renuncia de Evo

Monseñor Scarpellini, quien falleció este miércoles por Covid-19, llegó hace 32 años a Bolivia y no ocultaba su preocupación por la situación actual del país.
15 de Julio, 2020
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El monseñor Eugenio Scarpellini. Foto: Arquidiocesis de La Paz

La Paz, 15 de julio (ANF). – El 17 de junio de 1978, Eugenio Scarpellini se ordenó como sacerdote y el 11 de enero de 1988 llegó a Bolivia, donde se desempeñó en diferentes cargos. Fue el 15 de julio de 2010, cuando el papa Benedicto XVI lo nombró obispo de la diócesis de El Alto y, desde entonces, ha tenido un rol activo en el escenario político del país, convirtiéndose en un sencillo protagonista de las negociaciones que lograron la pacificación durante los conflictos registrados en noviembre del 2019, después de la renuncia de Evo Morales.

“Hemos visto surgir la violencia de parte de grupos pagados, grupos ya formados, para poner al país en crisis. En ese momento vivimos una lucha intestina, pueblo contra pueblo. Una parte quería democracia, la otra defendía el régimen con violencia”, relató el obispo, tras recordar los saqueos y la violencia que mantuvieron la ciudad en crisis durante aproximadamente quince días.

La pacificación de Bolivia fue posible gracias a la mediación de la Iglesia católica (representada por monseñor Scarpellini y por el Secretario General de la Conferencia Episcopal, monseñor Aurelio Pessoa), de las Embajadas de los países de la Unión Europea, de la OEA y de las Naciones Unidas.

“Hoy los bolivianos quieren caminar hacia una democracia efectiva y verdadera. (Después) de un período de 14 años de imposiciones, de un gobierno prácticamente a estilo sindicalista, por lo tanto, de imposición” explicó el obispo de origen italiano.

En una reciente entrevista con el periódico católico, La Brújula Cotidiana, Scarpellini contó cuál fue el rol de la iglesia boliviana durante los conflictos de noviembre de 2019 y cómo se logró la pacificación de Bolivia y, a pesar de tener una posición crítica hacia el actual gobierno de Jeanine Añez, remarcó que los Obispos continúan trabajando en busca de espacios de diálogo que puedan ayudar a resolver los problemas más urgentes de la población, que empeoraron después de la pandemia del coronavirus (Covid-19).

“Estamos entrando en una etapa de confrontación política por acercarse las elecciones, aunque en una situación de emergencia en salud”, dijo monseñor, durante la homilía del domingo 5 de julio, a tiempo de referirse que los bolivianos se están preparando para las elecciones generales del próximo 6 de septiembre por decisión del Tribunal Supremo Electoral, y en medio de la situación de la pandemia de Covid-19 que afronta el país.

Scarpellini que vive en Bolivia desde hace 32 años no pudo ocultar su preocupación por la situación actual de “tensa calma” que se vive en Bolivia.  

“El boliviano quería un compromiso de unidad para reconstruir el país y en cambio estamos viendo que hay división (en la oposición). Esto nos hace pensar una vez más en los intereses personales y del partido, por lo que la gente pide que los políticos sean capaces de desvestirse de todos estos intereses para pensar en el bien del país”, aseveró, el religioso.

A continuación, la entrevista que el diario católico realizó al monseñor Eugenio Scarpellini.

¿Puede narrarnos qué sucedió en El Alto después de las elecciones de 2019?

Sucedió algo extraño. Los primeros veinte días del conflicto, desde que salió el primer anuncio de la posibilidad de un fraude electoral hasta que se encontraron pruebas, disfrutamos de una tranquilidad absoluta. ¿Por qué? Porque es una ciudad en donde la presencia del Movimiento al Socialismo de Evo Morales es muy fuerte, los líderes prácticamente tienen controlada la ciudad y dejaron a La Paz y a las otras ciudades todo el protagonismo.

En el momento en el que Evo Morales renunció y abandonó el país, en el mismo momento se desencadenó la violencia también en El Alto. Grupos organizados comenzaron a circular por las calles amenazando con saquear los mercados, amenazando a la gente, dijeron que, si no salían a las calles para protestar, incendiarían sus casas y tiendas. La gente decidió salir a hacer barricadas, para no permitir el movimiento de estas personas. 

Estos grupos (militantes del MAS) prendieron fuego a un módulo policial, prendieron fuego a la casa de la alcaldesa y crearon un clima de extrema tensión. En ese momento de extrema violencia, el gobierno tuvo que ingresar a la ciudad a través de las Fuerzas Armadas para proteger la planta de refinación de gasolina y poder distribuirla en la ciudad. Entonces lograron sacar las cisternas, hasta que un grupo de asalto intentó incendiar la planta. En este punto, el peligro era enorme, si hubiera sido incendiada, habríamos tenido más de veinte mil muertos.

 El ejército se vio obligado a intervenir y en este enfrentamiento hubo once muertos y varios heridos, más de treinta. Este hecho de violencia extrema, que fue difundido como una violencia de parte del gobierno que se opone al MAS, en cambio para el gobierno fue una acción para defender una propiedad del Estado.

En la ciudad sucedió de todo, saqueos, violencia contra la policía, detuvieron y golpearon hasta la muerte a un policía. Esta situación paralizó la ciudad ... ¿Cuándo logramos superar este dramático momento? Cuando logramos obtener la nueva ley electoral a través del Parlamento. De hecho, un poco antes, cuando logramos escribir una ley para garantizar el respeto a la diversidad de pensamiento, a la libertad de prensa, para evitar la persecución política y garantizar un eventual salvoconducto para algunos dirigentes. Esta ley, junto con la promulgación de la ley electoral, encaminó el país hacia las elecciones y la pacificación.

¿Cuál fue el momento más difícil para su diócesis?

Cuando tuvimos que ayudar a las familias que resultaron heridas. Las autopsias de los cadáveres se hicieron dentro de la Iglesia, sobre los bancos de la Iglesia, porque nadie permitía que entraran los funcionarios del gobierno y la gente vio en la Iglesia una única garantía. Con la asistencia a los heridos, garantizando justicia a los familiares de los muertos, así poco a poco la situación se fue calmando.

¿Es posible que la violencia pueda desatarse nuevamente?

Creo que no, porque en este momento la gente está preocupada de que no haya dispersión en la votación, pues existe la preocupación de que pueda regresar la mayoría del Mas; es decir, la preocupación es cómo controlar el voto, cómo hacerlo transparente y que se respete la voluntad de la población. Si no hay hechos extraordinarios que puedan vislumbrar un fraude o manipulación, creo que podemos avanzar de manera más serena. Es por eso que estoy seguro de que no habrá más enfrentamientos.

En este período de fuerte convulsión social, las personas han redescubierto la fuerza en la fe para enfrentar la vida social en libertad y democracia. La oración mantuvo al pueblo boliviano firme, convencido en la búsqueda de la democracia, sintiendo que la lucha era correcta. En aquellos días resurgió una fe simple pero profunda en el pueblo. Fue increíble ver a la gente bloqueando las calles mientras rezaban juntos, no es común encontrar esto y lo hemos visto todos los días, en todas las calles de Bolivia.

“Descansa en paz”

En las últimas horas, la Iglesia Católica anunció el fallecimiento de monseñor Eugenio Scarpellini, obispo de la Diócesis de El Alto, luego que dio positivo a la prueba de Covid-19. Estuvo internado en el Hospital Sagrado Corazón en la ciudad de El Alto, recuperándose, pero esta jornada tuvo dos paros cardiacos y los médicos no pudieron hacer nada.

Autoridades, líderes políticos e instituciones expresaron su pesar por la muerte del obispo. Destacaron su aporte a la pacificación del país y su entrega con la población más vulnerable del territorio nacional.

/ANF/

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