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Cultura y farándula

Las historias fantásticas de Amadeo Ras Arfat y sus amigos insectos

Pedro Grossman vuelve a los escenarios acompañado de un gran texto del escritor Juan Pablo Piñeiro.
25 de Junio, 2018
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Las historias de Amadeo Ras Arfat y sus amigos insectos . Foto: MJF.

La Paz, 25 de junio (ANF).- Amadeo Ras Arfat es un solitario viajero que recorre el mundo buscando los más extraños insectos para invitarlos a formar parte de su legendario espectáculo: El show de los Insectos Maravillosos.  El famoso show llega por primera vez a la ciudad de La Paz, captando el interés de propios y extraños. Sin embargo, el día de la presentación sucede algo que cambiará para siempre el destino de todo este extravagante elenco.

La obra cierra su primera temporada este próximo jueves 28 de junio a las 20:00 en el espacio escénico El Desnivel de La Paz. El costo es de Bs 40 y es para mayores de 13 años.

Pedro Grossman le da vida a Amadeo Ras Arfat y vuelve a los escenarios con texto escrito por Juan Pablo Piñeiro. El trabajo fue un proceso de más de dos años entre el actor y el escritor. El acercamiento entre Grossman y Piñeiro nació debido a la admiración de Grossman hacia la novela “Cuando Sara Chura despierte”, el actor paceño siempre tuvo la intensión de trabajar un texto en conjunto.

“Teníamos encuentros fraternales conociéndonos a fondo mientras charlábamos yo iba dando ideas disparadoras y sobre temas que me interesaban. Lo del hipnotizador de insectos se dio en un viaje al lago -trabajo en turismo- estaba tocando mi quena y llamé la atención de unos cuis que se quedaron hipnotizados mientras yo tocaba”, relata Grossman que lleva 23 años sobre las tablas nacionales.

El texto de Piñeiro fue creado paralelo a uno de sus talleres de escritura creativa y tienen mucho que ver con los imaginarios de la vida de Grossman, que ha participado en más de 30 obras de teatro en Bolivia. 

El artista escénico además ha trabajado bajo diferentes estilos de directores nacionales como ser Wara Cajías, Diego Aramburo, Percy Jiménez,  Enrique Gorena, y David Mondacca, entre otros.

Olobio Tutanka es uno de los insectos amigos de Grossman, un escarabajo goliat malgache, junto a ellos, son también personajes de la obra Akitsu Kashi Mushi, la libélula calígrafa, Paco, Pacho y Pancho, quienes son un trio de los príncipes del jardín conformado por un gusano, un grillo y un abejorro.

También están presentes, Firalina Manvadyasupúriti, una luciérnaga encantadora, el famoso mariguí telepático del desierto blanco y Sulamita Jezreel, una mantis del desierto de Neguev.

La historia de Sulamita es solo una pequeña parte de las narraciones que se encuentran en esta propuesta repleta de recuerdos entre el hipnotizador y sus colegas insectos.

El equipo que acompañó al actor paceño fue encabezado por la productora Daniela Gandarillas, la idea artística original del realizador Carlos Piñeiro, el diseño de Ana Luisa Unzueta y Carlos del Águila y la música de Jorge Zamora.

“El grupo técnico y humano fue pensando principalmente como un aporte de rigor y calidad al espectáculo ofrecido. Fue fundamental para mi conseguir financiamiento para reunir un equipo que le dé el peso que merece la propuesta”, explica Grossman, quien realizó las primeras funciones para los Centros de Alto Rendimiento Estudiantil (CARE) en los barrios periféricos paceños.

El lenguaje artístico se ancló en la idea de hacer un circo con insectos, mostrar la vida de ellos a través de una bitácora o un diario que Amadeo Ras Arfat llevaba consigo.

“Queríamos mostrarlo al público. Como era un documento chico, el equipo propuso la idea de proyectarlo en un circuito cerrado que apoye a la urgencia del personaje: de tener que defender un espectáculo que ya no existe”, indica Grossman.

La bitácora, fotografías y diseño gráfico estuvieron a cargo de Unzueta, un talento del diseño nacional quien se desarrolla actualmente como docente.  Uno de los toques especiales del equipo artístico lo da el maestro Mario Conde, quien realizó en acuarela el afiche oficial de la obra.

Ángelo Valverde y su asistente Sandro Alanoca terminaron el trabajo que empezó  con mucho detalle Carlos Piñeiro, director de cine que se encuentra en la post-producción de su opera prima, “Sirena”.

El Teatro El Duende, fue parte de los inicios de Grossman en la actuación

Grossman recuerda con cariño las creaciones colectivas hechas por el grupo afincado en Copacabana, a las orillas del Titicaca. Por otra parte, “El Atraco”, película de Paolo Agazzi, lo hizo debutar en la pantalla grande. 

Quizás la puesta más conmovedora que haya realizado -hasta ahora- fue la de “Jacinto, la historia de un burrito”, obra que narra los trágicos sucesos ocurridos en El Alto, La Paz, con la represión y posterior escape del país del expresidente Gonzalo Sánchez de Lozada.

“Uno de los problemas más grande que veo en Bolivia es poder financiarnos para que la gente que conforme el equipo tenga un reconocimiento económico por su arduo trabajo.  Se invierte mucho tiempo tocando puertas y bajo promesas de respuestas positivas. Después de un largo camino encontré una fundación privada que ha apoyado el proyecto con lo que se está pagando la inversión inicial y facilitando la producción material y los honorarios a los artistas involucrados”, señala.

El diseño sonoro de “El Show de los Insectos Maravillosos” fue realizado por el músico y productor, Jorge Zamora, aunque el proyecto inició con Sergio Medina. 

Otros músicos que fueron parte de la propuesta musical, aportando en las canciones interpretadas son Christian Asturizaga, Juan Pablo Jiménez y Bernardo Rosado.

“Fue un proceso cíclico, es decir que fue avanzando de acuerdo a la evolución de la interpretación y el texto. Esto le dio libertad a Zamora para fortalecer ciertos momentos dramatúrgicos necesarios en la obra”, relata Grossman.

El Show de los Insectos Maravillosos es una obra conmovedora, creada como una catarsis con la vida y la muerte, con los fantasmas del pasado y con las imágenes del futuro. Y como lo escribió Piñeiro: "Los viajeros no tienen alas, no tienen antenas, y no pueden transformar por completo su cuerpo. Los insectos, en cambio, carecen de penas, carecen de asombro y no pueden ser habitados por la memoria, sin embargo, algo tienen en común los viajeros y los insectos, y es que cuando miran el mundo, ese mundo es infinitamente más grande que el que miran los demás".

/MJF/

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    Pedro Grossman,Amadeo Ras Arfat