La Paz, 12 de julio (ANF).- El vicepresidente, Álvaro García Linera y el expresidente, Carlos Mesa, han desatado una serie de argumentos referidos a la construcción de la Casa del Pueblo y la Asamblea Legislativa Plurinacional. Después que Mesa le pidiera que se “ilustre” sobre la arquitectura nacional; el mandatario le respondió con un artículo titulado: “La decadencia quejumbrosa”.
García Linera empieza su artículo publicado en su cuenta de Facebook señalando que es un pseudo argumento que la persona que escribe novelas está más capacitada que otro que escribe sobre economía o filosofía, para hablar de estética.
“La decadencia quejumbrosa de clase que apela a la estética conservadora como último refugio espiritual ante los cambios históricos que están pasado por encima de ellos, olvida que el “patrimonio arquitectónico” colonial-republicano al que se aferra como escudo moral, en gran parte se levantó destruyendo una geografía arquitectónica indígena prevaleciente; y que lo que hoy llaman ‘patrimonio’ en ocasiones fue el ‘engendro’ de ayer”, afirma el Vicepresidente.
Basta recordar -dice- “cómo es que las piedras con la que se construyeron los muros de la más importante civilización del continente, Tiahuanaco, sirvieron como durmientes de los ferrocarriles o cimientos de iglesias o casas ‘patrimoniales’. Pareciera ser que detrás de cada ‘belleza’ se esconde también un crimen”, sostiene.
El debate se inició a partir de la crítica que hizo Mesa a la construcción de la Casa del Pueblo y el nuevo edificio de la Asamblea Legislativa, refiriéndose a ambas como dos “engendros” que rompen todos los criterios arquitectónicos en el centro patrimonial de la ciudad de La Paz.
García Linera cree que esta “percepción personal” del expresidente tiene que ver con aferrarse a un estilo “republicano, racista, clasista y excluyente” que también responde a una estructura de la sociedad elitista que desplazó la estética de los sectores sociales indígenas.
“Si el Vicepresidente quiere encontrar ejemplos de arquitectura democratizadora y transformadora, no tiene más que dar un paseo por la ciudad de La Paz. Con un añadido fundamental que, como ocurre en Cusco o Quito, es perfectamente posible la agregación de estilos a partir de formas de organización social diversas (incluyendo la inevitable realidad de la antinomia dominadores-dominados) sin destruir los contextos urbanos”, manifiesta Mesa.
El Vicepresidente aclara que “la Casa del Pueblo y el nuevo edificio de la Asamblea Legislativa han de convivir con los diseños arquitectónicos previos, y no han destruido ningún ‘bello patrimonio’ existente”. Pero además se construyen donde había casas con paredes semiderrumbadas, techos caídos que, como el “patrimonio” que se encuentra al lado de la Asamblea, se asemejaban a una casa bombardeada a punto de caerse sobre los transeúntes.
Además dice que el nuevo edificio de la Asamblea se está construyendo con el mismo presupuesto que anteriormente se usaba para pagar salarios y comisiones de vicepresidentes y ex parlamentarios que hoy se horrorizan por el gasto en esas construcciones.
García Linera ahonda en que “es normal que las clases desplazadas o que son objeto de asedio intenten oponerse a esta revocatoria de mandos y prerrogativas asumiendo posiciones conservadoras. Por ello buscarán devaluar o estigmatizar los nuevos parámetros culturales calificándolos de ‘anti estéticos’, ‘bodrios’, ‘engendros’ o ‘vulgares’. Tal como lo muestra Bourdieu, se trata de descalificaciones típicas de las clases sociales decadentes que ante la pérdida de sus antiguos capitales (político y económico) hacen esfuerzos por mantener aún el monopolio de los estilos de vida que consideran legítimos”.
En definitiva dice la autoridad, “que el debate es saber si el nuevo bloque social articulado en torno a los movimientos sociales indígenas y plebeyos desde el año 2006 debe reorganizar el espacio simbólico, y por tanto, arquitectónico y estético de las ciudades”. Porque en el país no solo se estaría experimentando un desborde económico de los sectores indígenas en oficios y actividades laborales que antes estaban reservadas para las clases medias tradicionales; sino que esta incursión social está acompañada de nuevos parámetros estéticos (los cholets), de nuevas simbologías urbanas (ocupación festiva de las calles y nueva narrativa cívica) que -según García Linera- corresponden a los habitus culturales de clases sociales indígenas urbanas”
\"Y es que, al final, no solo el Estado o la economía son escenarios de lucha social por la imposición del orden legítimo. También lo es la cultura, y en ella, la propia geografía estética de las ciudades. ¿Sera que quienes tienen como soporte filosófico el manual de Carreño lo podrán comprender?\" deja la interrogante el mandatario.
/NVG
