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La tercera no es la vencida

Por tercera vez, miles de mujeres argentinas salieron a las calles para gritar ¡Ni una menos!, pero el reclamo, a pesar de ser masivo, aún es insuficiente porque la situación no mejora, empeora: cada año asesinan a más mujeres por el solo hecho de ser mujeres.
4 de Junio, 2017
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Fotos: Abdel Padilla/ANF
Fotos: Abdel Padilla/ANF
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Por: Abdel Padilla

Argentina, 04 de junio (ANF).- El 2015 fue el inicio, masivo, histórico, espontáneo. El 2016, el grito contra los feminicidios se escuchó más fuerte y se replicó fuera de las fronteras. El 2017, por tercera vez, miles de mujeres argentinas salieron a las calles para gritar ¡Ni una menos!, pero el reclamo, a pesar de ser masivo, aún es insuficiente porque la situación no mejora, empeora: cada año asesinan a más mujeres por el solo hecho de ser mujeres.

La tercera marcha del Ni una menos se hizo el sábado 3 de junio, la misma fecha que la primera vez, cuando la convocatoria fue espontánea ante la muerte de una jovencita de 14, asesinada y enterrada en su patio por su propio novio, que le exigió abortar.

En los tres años, la convocatoria fue masiva. El 2016, además, incluyó un paro de mujeres, que luego salieron a las calles vestidas de negro, de luto, conmocionadas por la muerte de otra muchacha en Mar del Plata, que fue drogada y violada.


Fotos: Abdel Padilla/ANF

Según el Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina, el 2016 los feminicidios se incrementaron en un 8 por ciento, con un total de 254 casos, en relación a los 235 de 2015. Se trata de los casos registrados y reportados, y no se incluye los subregistros por lo que para las organizaciones vinculadas a la lucha contra la violencia de género, las cifras son mayores. El 2017, el promedio de una mujer muerta cada 30 horas, no ha disminuido.

Muchos de estos asesinatos están impunes, por ello la movilización de este año también apuntó al edificio de Tribunales, aunque el grueso de la marcha siguió el recorrido tradicional por avenida de Mayo, que vincula el Congreso con la Casa Rosada, las 15 cuadras del cordón umbilical político argentino.



La particularidad este año fue el color violeta, como símbolo de la lucha contra la violencia machista, que las mujeres usaron en poleras, y cintillos, además de grafitis en paredes y en sus propios cuerpos. Aunque, a diferencia de las anteriores marchas, hubo menos muros pintados en avenida de Mayo, por un lado por el reclamo de los dueños de los negocios y, por otro, porque el año pasado algunas mujeres fueron detenidas por daños a la propiedad privada.

De principio a fin hubo cánticos, tambores, gritos, consignas y un desfile de carteles, impresos o escritos a mano, algunos con mensajes que ya se han hecho clásicos: “Disculpen las molestias, pero nos están matando”, “si tocan a una, respondemos todas”, “somos el grito de las que ya no tienen voz”, “vivas nos queremos…”

Hombres de luto, cargando niños y exhibiendo carteles. Niñas tomadas de la mano y niños huérfanos de madres asesinadas por sus padres. Y unas pocas madres sobrevivientes que temen que sus agresores salgan de la cárcel.

Cerca a las 7 de la noche comenzó el acto central y la lectura del documento-proclama, a cargo de la periodista Liliana Daunes, acompañada por Nora Cortiñas, cofundadora de Madres de Plaza de Mayo, ambas rodeadas por representantes de varias organizaciones. Todas dando la espalda a la Casa Rosada.



Pero también demandaron la liberación de Milagro Sala, líder indígena y sindical, detenida desde enero de 2016, acusada por daños agravados, y que algunos consideran una detención de carácter político. Y se pronunciaron en contra del “golpe institucional de derecha y machista” en Brasil. En ambos casos hubo aplausos y silencios.

Casi al mismo tiempo que Daunes mencionaba que las mujeres argentinas se reconocían “en las luchas latinoamericanas y afrodescendientes”, pasaban por la avenida de Mayo las últimas agrupaciones, entre ellas un conglomerado de migrantes cubiertos con banderas de otros países como Bolivia, Perú, Paraguay, Brasil y Chile. La mayoría eran mujeres que entonaban estribillos como “a ver Mauricio, a ver si nos entendemos, migrar es un derecho humano, aunque saques un decreto…”, “xenofobia y patriarcado provocan el feminicidio…”.



Al final, un grupo de ellas se dirigió al palco central para aclarar, con megáfono en mano, que sin descolonización no hay despatriarcado, con el lema “ni una menos, sin racismo nos queremos”, al que luego se sumó la propia Nora Cortiñas.

A las 8 de la noche, el acto acabó como comenzó, cantando, gritando: “Abajo el patriarcado, se va a caer, se va a caer; arriba el feminismo, que va a vencer, que va a vencer”.


/ANF/

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    Argentina marcha Niunamenos