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Deportes

Trucos con el balón en el atrio de San Francisco: el fútbol hecho de malabarismos

El fútbol estilo libre o freestyle es un deporte que consiste en realizar trucos con el balón empleando diferentes partes del cuerpo.
11 de septiembre, 2015 - 08:00
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Wilmar Huanca Calderón en una de sus acrobacias en San Francisco. Foto: ANF.
Wilmar Huanca Calderón en una de sus acrobacias en San Francisco. Foto: ANF.
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Rodolfo Huallpa

La Paz, 11 de septiembre (ANF).- Cae la tarde en la ciudad de La Paz. Algunas palomas se agrupan y vuelan juntas hacia su morada, otras, en tanto, se quedan timoratas y esquivan los pies de cuanto transeúnte camina por la plaza San Francisco. No son las únicas que esperan caridad de la gente en las frías baldosas del atrio franciscano. También lo hace Wilmar Huanca Calderón, aunque éste no busca migajas en el suelo, sino unas cuantas monedas que caigan en su gorra.

Malabaristas, artistas incluso payasos recorren la ciudad de La Paz y se instalan en la esquina de una calle, siempre y cuando exista un semáforo, para mostrar sus habilidades a la gente. Es común verlos solos, en parejas o algunas veces en grupos, de cualquier modo todos tienen algo en común: muestran su arte a cambio de un poco dinero. Wilmar es parte de ese grupo de artistas callejeros. No es consuetudinario, pero de vez en cuando le gusta instalarse en la plaza San Francisco por la muchedumbre de personas que transita por el lugar.

Es lunes y el reloj marca las 16.52. El espectáculo inició hace unos diez minutos. La gorra de Wilmar al frente suyo y su mochila atrás, marcan el espacio de aproximadamente tres metros que requiere para mostrar su arte. La pelota es la principal protagonista del show; su cuerpo, la herramienta y el suelo, el antagonista. El objetivo: que la pelota no caiga al piso. 

El espectáculo se desarrolla con ese reparto. En un momento, la cabeza y la frente de Wilmar dominan el balón que rebota una, dos, tres y las veces que sea necesario hasta que el pecho y las rodillas entren en escena. Con una precisión exacta, el balón rebota en su pectoral y de ahí va directo a las piernas. Las famosas tecniquitas son el preámbulo para una siguiente técnica.

A medida que el balón va y viene de una pierna a otra, el chico de 22 años se alista para que el esférico se pose en su espalda. A la undécima tecniquita, la pierna derecha lanza el balón con moderada fuerza hacia arriba y, tras doblarse, el esférico se ubica en su nuca. Con intención o sin ella, Wilmar voltea a la dirección contraria al escaso sol y extiende sus brazos. En su sombra se observa la figura de un avión y en su alrededor empiezan a sonar unos cuantos aplausos.

Sus tenis marca Adidas de color negro con franjas blancas también son parte del show. El balón se encuentra en reposo en el empeine de su pie izquierdo. Con mesurada calma, Wilmar se agacha hasta quedar sentado en el piso, aunque sus rodillas siguen flexionadas para dominar el balón. Como si estuviera sobre un colchón, posa su espalda en el cemento y de pronto,  en una clara muestra de destreza, pasa la pelota del empeine a la planta de su pie. A lo lejos, se lo ve en forma de una “L” echada con la pelota encima, como si fuera una cereza en la torta.

Son más las personas que se acercan a verlo que las monedas que entran en su sombrero. Una y otra vez realiza y repite sus técnicas. Son las 17.24 y hasta ese momento la pelota no tocó el piso, no muchos se dan cuenta de ello, porque su circunstancial audiencia sólo lo mira entre uno a tres minutos. El público más fiel que tiene son las pocas palomas que están en la plaza y que continúan buscando migajas cerca de él.

Ya casi existe un círculo de personas a su alrededor y al parecer él sabe que es momento de hacer su técnica más difícil. Nuevamente ubica el balón en la planta de su pie izquierdo, sólo que esta vez está parado y su rodilla está flexionada hacia atrás. La pelota está casi a la altura de sus nalgas. Poco a poco se agacha hacia adelante y ubica sus manos y cabeza en el piso como si fuera un trípode. No se para precisamente de manos, pero al estirar su pierna derecha hacia adelante, en el último paso de su maniobra, pierde el equilibrio y el balón se cae del pedestal de su pie. Su cara de frustración es notoria. La gente abandona el lugar y como lo haría después de un partido de fútbol, deja más basura que monedas.

“Lo peor del estilo libre es ir a recoger el balón del piso”, comenta agitado y sudoroso el también estudiante de segundo año de arquitectura de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).

El fútbol estilo libre o freestyle es un deporte que consiste en realizar trucos con el balón empleando diferentes partes del cuerpo. El deporte se caracteriza por sus estilos. Lower, por ejemplo, es el más popular al hacer uso de las piernas y los pies para hacer trucos con el balón en el aire. Otro estilo es Upper, consiste en realizar maniobras con la cabeza, pecho y hombros o Sit Down, que se caracteriza por realizar trucos sentado en el suelo.

El estilo de Wilmar es dominio del balón con la planta del pie. “Quiero crear mi propio estilo para diferenciarme de los demás”, comenta, a tiempo de precisar que en las calles opta por  mostrar sólo las técnicas que le salen bien, porque hacer aquellas que aún no domina le generaría perder la pelota. “Me da miedo que el balón se vaya por donde los autos”, confiesa.

El Freestyle se hizo famoso desde principios del siglo XXI y entre sus principales impulsores está el ex astro del fútbol brasileño Ronaldinho, el juguetón de la pelota, que dentro y fuera de la cancha mostró en más de una oportunidad sus habilidades con el balón.

Este deporte en Bolivia es practicado a nivel aficionado. No existe una Federación, ni mucho menos profesionales de este arte. Wilmar, por ejemplo, practica estilo libre desde hace cuatro años con un grupo de amigos, generalmente debajo de la plaza Camacho. Cuando está solo y no tiene clases, va rumbo a la plaza San Francisco a mostrar su habilidad. “Dejé de practicarlo por un tiempo, ahora estoy volviendo y vengo a la plaza para ganarme un poco de dinero para mis materiales. Ingeniería es una carrera cara y se requieren muchas cosas”, comenta.

A diferencia del fútbol, el estilo libre es deporte para uno solo. El que lo practica debe estar dispuesto a ensuciarse como Wilmar, quien tras una sesión de poco más de 40 minutos tiene las manos negras, como si hubiera manipulado carbón; la camiseta y el pantalón corto sucios, como si hubiera jugado fútbol en una cancha de tierra, y las rodillas rajadas y mugres, cuan si hubieran reemplazado a los pies a la hora de caminar.

El tiempo apremia y el frío empieza a sentirse. Mientras la gente camina abrigada con chompas, chamarras y sacones, Wilmar parece un futbolista de salón a la espera de calentar con el balón. “Espero llegar a representar al departamento o al país en este deporte”, es su meta a cumplir y las últimas palabras que brinda antes de volver a jugar con su réplica de Jabulani, la pelota que se utilizó en el mundial de fútbol de Brasil en 2014 y que, a él, le sirve para mostrar su arte.

Nuevamente se ubica en los tres metros entre su mochila y su gorra. Con la mano ubica la pelota en el piso y empieza a mostrar sus trucos. Su objetivo en este lunes es alcanzar los 100 bolivianos, la mitad de lo que conseguía el año pasado, cuando también salía a las calles para mostrar el fútbol estilo libre. Según cuenta, se quedará hasta poco más de las 19.00, cuando el frío lo obligue a irse.

De momento son las 17.47, el sol da sus últimos suspiros de luz y Wilmar, tras un par de tecniquitas, vuelve a realizar el trípode. No se queda más de cinco segundos en esa posición y levanta aplausos de su nueva audiencia que no lo había apreciado minutos antes. Su gorra se llena de monedas, las palomas ya no están en el lugar y de casualidad Sergio Apaza, técnico de fútbol, se aparece en San Francisco no para apreciar el espectáculo, sino para ingresar a la Catedral sin darle mayor importancia al chico del corto rojo y los tenis Adidas.

/RHC/

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